Otra Historia de la vida real que nos llega gracias al aporte alienígena de Eliana.
Ella ha recogido este encuentro cercano del tercer tipo lejos, por allá en el sur, y jura que es real.
O por lo menos eso se dice.
En todo caso, no queda claro.
Pero que pasó, pasó.
Eliana y seres indiscriptibles.
Postal de "Una noche en Choele Choel".
Un Minúsculo que combinó la estética molinacamposense con la faviozerpántica y jugueteó con elementos metateatrales que conspiraron exitosamente, junto a un puñado de pasto y maderas, el marco contenedor de profunda veracidad.
La presentación estuvo a cargo de La Tejerina y su sobrina de cuarenta años La Yani que luego se involucraron como actrices revelando un ¾ perfil dramático.
Las dos se deslizaron como por un tobogán dentro de las cáscaras de sus personajes logrando una absoluta veracidad campera.
Las dos se deslizaron como por un tobogán dentro de las cáscaras de sus personajes logrando una absoluta veracidad campera.
Ambas esperan a su primo que tiene antecedentes de darle sin asco a todo lo que tenga alcohol.
Aparece el Rosendo, muy afectado, lleno de campo y con un bulto extraño en una bolsa negra bajo el brazo. Jura por el anillo del tata que lo que le pasó es real.
Cuentito: da una vuelta por la estancia. Tienen varias hectáreas de campo tiradas por ahí. Cruza la tranquera y allí, donde debería haber maíz, no hay más. Primer signo raro. Busca a su primo Ernesto. Camina otros setecientos metros. Una liebre muerta. Llega a la casa de su primo y está todo tirado. La Yoli, su mujer, caída y con los ojos desorbitados. El sol de noche, titila.
Y ahí estaba Ernesto, en el suelo. ¡Convertido en un chancho de monte!
Desde el interior de la bolsa emerge un ser lleno de pelos, huesos y mandíbula abierta en un grito mudo.
Las mujeres dudan de que sea el Ernesto.
“Sí es. Tiene el mismo olor del Ernesto” , dice Rosendo oliendo el despojo.
Sigue con su cuentito. Dice que entonces se le apareció algo sobrenatural y arranca una payada de exquisita y ocurrente rima.
Con total honestidad silvestre se refriega un poco a la Yani, en su rol de otra, (que se percibe que ya es costumbre), y decide decirle la verdad a su prima.
“La quiero mucho, prima, pero la quiero más a la otra prima”, confiesa el Rosendo.
Y para ser más explícito agrega:
“Con la Yani le hemos entrado”
Una luz blanca y potente, recorre la postal agreste y aparece un ser blanco y longui líneo de largos dedos y perfil ínfimo. Muy asustadizo, como un ET estirado.
Parece que es de Venus y domina el castellano antiguo. El Rosen lo acusa de los extraños sucesos vivenciados.
En un momento de ternura extraterrestre el Alien pide que le aten los cordones, hecho que lo muestra dulce e inocente.
“¿Qué lo trae por el campo, che?"
“Quiero una hembra”
El Alien, con una exquisita técnica de mimo da una conferencia visual sobre sexo. Parece que se quiere llevar a una de las dos hembras presentes.
“¿Qué quiere, albino?
“Quiero salvar a Venus.”
No se sabe muy bien porqué arranca un malambo salvaje que culmina con la rotura espontánea y no premeditada de un termo. La lucha continúa.
“El que la tiene más grande, gana” , el desafío del Rosen queda flotando en el aire pero La Teje lo hace recapacitar.
“Con los dedos que tiene no le conviene.”
Pinta cuchillo. El Rosen le avanza al bicho blanco que con enorme poder telekinético lo vuelve en su contra y acerca el filo peligrosamente a su gran anatomía. La Teje se interpone para salvarlo de su auto-muerte.
“Me está clavando, primo”
La ensarta nomás y mientra agoniza brillantemente, confiesa:
“Yo te amo, primo. Siempre te he tenido ganas.”
Muere y El Rosen acusa al Alien absorto (porque en el fondo es re bueno): “Ha venido a destrozar a esta familia”
La Yani mira todo.
“Me conmovió la muerte de la prima. Pensé que le cargaba asco pero me equivoqué.”
El Alien se emociona. Al Rosen ya no le importa La Teje, todo su amor salvaje es para la fallecida.
“Váyase con el bicho raro. Llévesela.”
Entonces, vuelve la magia spilbergiana y los deditos del ser blanco se estiran y acercan a la muerta envueltos en música dulce.
Pero de nuevo una luz blanca y potente, recorre la postal agreste. Lo que llegó ahora se va. Al Alien se le fue el colectivo.
Y pierde sus poderes.
“´Ta muerto esto”, dice tocando a La Teje dura.
El Rosendo agarra coraje y cachetea al desprotegido venusino y le dice que de ahora en más esa va a ser su patria.
“Con el campo no se jode”, le sentencia y lo manda a cortar la ruta.
Como La Tejerina que actuó de otra Cavicchia.
Como La Yani que usó su memoria emotiva Di Cienzo.
Como El Rosendo zezeoso del Barco.
Como el Alien blancuzco no podía ser otro que Cáceres.
Lo Minúsculo: Los dedos del alien confeccionados con unos adminículos para revolver el fernet adquiridos en un evento hace como un año y que por fin vieron la escena.
Aparece el Rosendo, muy afectado, lleno de campo y con un bulto extraño en una bolsa negra bajo el brazo. Jura por el anillo del tata que lo que le pasó es real.
Cuentito: da una vuelta por la estancia. Tienen varias hectáreas de campo tiradas por ahí. Cruza la tranquera y allí, donde debería haber maíz, no hay más. Primer signo raro. Busca a su primo Ernesto. Camina otros setecientos metros. Una liebre muerta. Llega a la casa de su primo y está todo tirado. La Yoli, su mujer, caída y con los ojos desorbitados. El sol de noche, titila.
Y ahí estaba Ernesto, en el suelo. ¡Convertido en un chancho de monte!
Desde el interior de la bolsa emerge un ser lleno de pelos, huesos y mandíbula abierta en un grito mudo.
Las mujeres dudan de que sea el Ernesto.
“Sí es. Tiene el mismo olor del Ernesto” , dice Rosendo oliendo el despojo.
Sigue con su cuentito. Dice que entonces se le apareció algo sobrenatural y arranca una payada de exquisita y ocurrente rima.
Con total honestidad silvestre se refriega un poco a la Yani, en su rol de otra, (que se percibe que ya es costumbre), y decide decirle la verdad a su prima.
“La quiero mucho, prima, pero la quiero más a la otra prima”, confiesa el Rosendo.
Y para ser más explícito agrega:
“Con la Yani le hemos entrado”
Una luz blanca y potente, recorre la postal agreste y aparece un ser blanco y longui líneo de largos dedos y perfil ínfimo. Muy asustadizo, como un ET estirado.
Parece que es de Venus y domina el castellano antiguo. El Rosen lo acusa de los extraños sucesos vivenciados.
En un momento de ternura extraterrestre el Alien pide que le aten los cordones, hecho que lo muestra dulce e inocente.
“¿Qué lo trae por el campo, che?"
“Quiero una hembra”
El Alien, con una exquisita técnica de mimo da una conferencia visual sobre sexo. Parece que se quiere llevar a una de las dos hembras presentes.
“¿Qué quiere, albino?
“Quiero salvar a Venus.”
No se sabe muy bien porqué arranca un malambo salvaje que culmina con la rotura espontánea y no premeditada de un termo. La lucha continúa.
“El que la tiene más grande, gana” , el desafío del Rosen queda flotando en el aire pero La Teje lo hace recapacitar.
“Con los dedos que tiene no le conviene.”
Pinta cuchillo. El Rosen le avanza al bicho blanco que con enorme poder telekinético lo vuelve en su contra y acerca el filo peligrosamente a su gran anatomía. La Teje se interpone para salvarlo de su auto-muerte.
“Me está clavando, primo”
La ensarta nomás y mientra agoniza brillantemente, confiesa:
“Yo te amo, primo. Siempre te he tenido ganas.”
Muere y El Rosen acusa al Alien absorto (porque en el fondo es re bueno): “Ha venido a destrozar a esta familia”
La Yani mira todo.
“Me conmovió la muerte de la prima. Pensé que le cargaba asco pero me equivoqué.”
El Alien se emociona. Al Rosen ya no le importa La Teje, todo su amor salvaje es para la fallecida.
“Váyase con el bicho raro. Llévesela.”
Entonces, vuelve la magia spilbergiana y los deditos del ser blanco se estiran y acercan a la muerta envueltos en música dulce.
Pero de nuevo una luz blanca y potente, recorre la postal agreste. Lo que llegó ahora se va. Al Alien se le fue el colectivo.
Y pierde sus poderes.
“´Ta muerto esto”, dice tocando a La Teje dura.
El Rosendo agarra coraje y cachetea al desprotegido venusino y le dice que de ahora en más esa va a ser su patria.
“Con el campo no se jode”, le sentencia y lo manda a cortar la ruta.
Como La Tejerina que actuó de otra Cavicchia.
Como La Yani que usó su memoria emotiva Di Cienzo.
Como El Rosendo zezeoso del Barco.
Como el Alien blancuzco no podía ser otro que Cáceres.
Lo Minúsculo: Los dedos del alien confeccionados con unos adminículos para revolver el fernet adquiridos en un evento hace como un año y que por fin vieron la escena.
Lo Inesperable: La historia real.Trivia: “El casco me lastima las orejas”, el actor que interpetó al extraterrestre. Para que vean que no todo es alegría en el arte teatral.
Calificación: Cinco chupacabras y medio. Uno por cada actor+Eliana+Enrico en las teclas+medio por el termo roto.
3 comentarios:
Fantástico este minúsculo! Admirables las "meta-actuaciones" de Cavicchia y Di Cienzo, haciendo el personaje del personaje, me encantó la idea y el resultado aún más. Del Barco y Cáceres en sus "tan solo actuaciones" (en contraposición con las meta-act.) también me gustaron mucho.
Sólo me pregunto cuánto de la historia era de la vida real y cuánto pura discrecionalidad minúscula? jaja.
Un aplauso para la Teje y su prima, en su logradísimo debut teatral!
Y otro para las reseñas del Sr. Camacho, que aunque se hagan esperar llegan.
de otro planeta GENIOS!!!
En nombre de la cofradía de amigotes de la autora del guión quiero manifestar la profunda sorpresa que provoco la conversión en escena del guión que leímos un rato antes... una metamorfosis espectacular y con resultados telúricos absolutamente sorprendente y tan logrados que kafka lo mira por tv!
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