18.5.09

SPIEDO

Por el Sr. Camacho.
Postal de "Spiedo". Foto: Flor De Lorenzi.

Tres sillones. Una mesa tapada con una tela lila. Mesita con revistas. Planta semi muerta. Sin dudas, un consultorio.
Entra una muy de negro. Ojeras y cartera a tono. Temperamento dubitativo y doloso. Piel aceitunada. Mejillas hundidas como de plastilina apretada.
Entra otra de mirada a 30º del suelo y pecho cóncavo. Se acurruca como puede en rincón entre mesita, ventana y sillón.
Hitchcock toca el piano con hipocondría.
Entra una anfetamínica. Un top rojo exhibe su fibrosidad anabólica.
Un trío con mucho trauma y conflicto no resuelto.
La anfetamínica se autoflagela con una rutina de calistenia mientras la música de master class la acompaña saturada. Da miedo su autoexigencia.
“¿A qué gimnasio vas?”, balbucea la de negro.

La de pecho cóncavo sostiene en sus manos la planta mientras escupe en ella.
“La saliva me engorda” , afirma.
Las tres vienen a ver al Dr. Bergió (Existe!)
Una se viene a pesar.
Otra medir.
Y otra a su medición de grasa corporal.
Los links son intercambiables: a cualquiera le podría tocar cualquiera de las tres.
Comienzan a tomar confianza y a exhibir sus historiales clínicos.
Escuchamos frases como:

“Tengo celulitis grado 3 que ya es una enfermedad que duele.”

“Tengo una sonda puesta. Es re práctico”

Los tres ejemplares tienen muchos desórdenes alimenticios. Hace dos días que no comen para superar el control que llegan a hacerse.

El diálogo se desarrolla con total anormalidad tocando todos los tópicos relacionados a sus desequilibrios.

“Yo soy grandota pero porque tengo los huesos grandes”
, justifica la de negro.
Hablando sobre la flaccidez muscular la anfetamínica desafía a la de pecho cóncavo que “ponga sal”, movimiento que consiste en sacudir el brazo extendido como si se realizara tal operación para comprobar la tonicidad del sistema muscular de los brazos.

La desafiada piensa y confiesa:

“Ya me olvidé cómo se pone sal…”

La de negro cuenta a estómago abierto que tiene hambre y que se ha estado cuidando porque tiene una fiesta a la noche.
A pesar de todo son mujeres, así que le preguntan cómo va a ir vestida. Dice que con un vestido lila pero que no sabe si le va a quedar bien.
Entonces, oh casualidad, se da cuenta que la tela que cubre la mesa es similar a la de su vestido y la saca para entallársela.
Y… ¡opa! Se descubre un pollo con papas coronado por un delicioso adorno de Bon o Bon y Ferrero Rocher.
Las tres quedan heladas.
“Uy…un pollo…”
“Si está ahí es porque engorda”

Están por abalanzarse sobre el desplumífero asado pero la anfetamínica les mete su fibra y lo impide.
“Está ahí a propósito. ¡Allí hay una cámara!”
Suponen el tormento como una prueba Psicológica que deben superar.
La de pecho hundido se pone servilletitas al cuello con parsimonia.
En este momento comienza una secuencia sin nada que envidiarle a un antiguo cartoon del Pájaro Loco que lucha contra un lobo famélico (click sobre texto y ver que es genial!). Pero el pollo no es ninguna de ella sino que las mira asado y entregadísimo.
La cosa sube en violencia y saliva y cuando están en la cima de la desesperación ingresa el Dr.
Un Dr. con una buena onda envidiable y muy sonriente. El Dr. que todos quisiéramos que nos hubiera tocado alguna vez.
Certifica sus nombres y las saluda con bondad y compresión.
Y ve el pollo.
“¡Uy…un pollito! ¿No comieron? Es una atención de la casa. Queremos cambiar de métodos”
Y le entra con fuerza a una pata chorreante e incluye en la masticada a un Bon o Bon y un Ferrero Rocher.
Y se lleva para su consultorio a la de pecho hundido que con lo que le queda de calorías se resiste y mira al pollo como a un novio que viaja lejos.
Las otras dos se quedan solas.
Miran al pollo.
“¡Es mío!”
“¡No, es mío!”


Fin del spiedo.

Di Cienzo como la de negro, Cavicchia como la de pecho hundido y Angelini como la anfetamínica. En el bolo breve, Monteagudo.

Lo Minúsculo: Las confesiones de las actrices sobre sus anatomías que fueron integradas escénicamente sin vergüenza aparente.

Lo inesperable: El precio del pollo ¡Carísimo!

Trivia: “Entonces el pollo...¿no lo comemos?”, una de las actrices ante el cambio radical de guión unos minutos antes de entrar a escena.

Calificación: Cero colesterol.

15.5.09

PROMO `92 -ESTÁS IGUALITO

Postal de "Promo `92-Estás igualito". Foto de Flor De Lorenzi.

Inauguramos un nuevo espacio donde los seres responsables de cada Minúsculo exponen sus apreciaciones sobre lo acontecido a corazón abierto y con catarsis depurada por la reflexión post- escénica.

AUTOCRÍTICA MINÚSCULA



La pieza se desarrolló con naturalidad, progresión y de modo solidario. El universo after school funcionó, lástima que la falta de memoria – quizás por la edad o el consumo de vino barato- hizo que las anécdotas estudiantiles de Ricky, Juan y el Javi López no fueran tan jugosas como lo son en la vida real. Pero el que quiera un reality que visite el zoológico. Esto es teatro y la cuarta pared se construye con el aporte de todos, así que al que no le guste o le cueste aceptar el pacto de ficción que tome más, que para eso hay servicio de bar.

Algo para destacar fue la química entre Ricky (Jorge) y El Javi López (Gonzalo), que si bien generacionalmente son muy distantes (unas cuantas de por medio) parecían haber compartido un pasado áulico.
La nota de color la dieron los efectos especiales (by pass gástrico y cirugía facial reconstructiva) que si bien se hicieron con dos mangos generaron climas interesantes.
Juan (Leopoldo) tuvo una buena apertura, pero carreteó un poco durante, digamos, la Etapa Media de la pieza.

Al final se fundió en un lamento junto a Ricky y recuperó algo de la actoralidad perdida. Pero se divirtió, me dijo.

Lo minúsculo: La cebolla y el cuchillo (que no se usaron) escondidos debajo de la mesa para la escena final, la del llanto. Punto para los actores.

Calificación: 3 a 2 digamos.

Leopoldo Cáceres


Minúsculo para divertirse. Uno de los momentos que reafirman el porqué hacemos esto.
Cuando propuse el trío otros integrantes me dijeron que estaba loco, por el peligro que implica la combustión. Varios enemigos de la estructura dramática en un mismo escenario, a decir de un director DJ.
La puesta era una joyita: la mesa con sándwiches de miga, chizitos y la Pritty le daban un tono económico. Las A4 con el texto “Bienvenidos Promo `92” completaban el marco.
La configuración física de los personajes fue muy acertada, tanto vestuario como maquillaje: el ojo morado de Juan, el apósito ensangrentado de Javi y el bronceado ionizado de Ricky.
Más o menos todos hicimos lo mismo de siempre: Dreizik tiró un par buenas, metió el cuerpo bien, Polo titubeó brillantemente y metió un par de frases memorables y yo robé un par de cositas de algunos allegados que no voy a nombrar mientras luchaba contra Toni de Vinilo que se me salía.
Se nos perdió el tabú que era “las cosas que los hombres no hablan por pudor frente a sus pares”. Y yo no expliqué que mi brazo hiper tostado era por un experimento bronceante de un laboratorio.

Lo Inesperable: La ida a buscar de la cerveza porque se nos había terminado la petaca de whisky (que estaba rebajada con agua, aclaro) porque era necesario el alcohol para la progresión del relato.

Jorge Monteagudo


Dolor mezclado con risa.
Encuentro de ex-compañeros del secundario. Sus vidas tomaron caminos impredecibles, sus deseos se convirtieron en objetivos inalcanzables.
Sus metas se derrumbaron como las Torres Gemelas.
Pero ellos no pueden aceptarlo, el sistema se los devoró de atrás hasta el riñón.
El deseo de verse bien, combinado con una adolescencia tardía, los lleva a aparentar, frente a los demás, hasta lo mas mínimo.
El material nos quedó grande frente a un pequeño fragmento de cualquier reunión de treintañeros. Cosas para contar, cosas para mostrar, pero el goce fue tan bello que no nos importó nada más...

Trivia escénica: "Van a construir un shopping para pobres. Ellos también tiene derecho."

Gonzalo Dreizik

4.5.09

CON.MAR.PU. SANTIAGO DEL ESTERO 2009

Por el Sr. Camacho
Postal de "Con.Mar.Pu..." por Flor De Lorenzi.


Una cama de dos plazas. Sábanas alborotadas. Reposan vestigios de partuza en forma de botellas y cotillón surtido. Dos cuerpos se arremolinan.

Carne amodorrada que asoma y tras una mata de pelo una chica con claros signos de resaca mira desconcertada su hábitat con música de dimensiones desconocidas.
Mira asustada al otro cuerpo humano a su lado que surge del 100% algodón.
Es otra chica. Rimmel corrido, rouge desparejo.
Las chicas se miran, se tapan con vergüenza. Desde afuera, como coincidencia o no, alguien silba con galantería.
Una banana de cotillón deambula por las sábanas.
“¿Cómo era que te llamabas?”
“Gutiérrez” , dice la segunda. “¿Vos?”
“Franchi”

“¿Vos y yo….?”, la sospecha en forma de pregunta queda flotando en el aire. Como respuesta Franchi se frota la lengua con la mano repetidas veces.

A Gutiérrez no le importa demasiado, pero Franchi está muy conflictuada porque no recuerda nada en absoluto.

“Hasta los Bee Gees me acuerdo”

De pronto, de detrás de la cama se levanta un hombre en exacto mismo estado de sábana envuelta.

“Me parece que me caí de la cama. Permiso”. Y se mete en el lecho entre ambas. El tercero del trío es Luque. Tose mucho y se acalambra.
Parece que son las once de la noche y el culpable de todo es algún tipo de gin barato que sorbieron en demasía.

Gutiérrez mira con desconfianza el cuerpo semidesnudo de Luque.

“Cuántos lunares tiene… ¿está sano, usted?”

Franchi pregunta por su ropa a lo que es informada textualmente de que voló en un momento candente de la noche cuyo detonante fueron las armonías seductoras de los hermanos Gibb. How deep is your love, seguramente.

“Es la última vez que vengo a un Con.Mar.Pu.”. Sigla que resulta ser del Congreso de Martilleros Públicos, evento que se realiza anualmente y donde inferimos que corre mucho alcohol y del barato.
El trío no reconoce la habitación y al buscar sus vestimentas sólo encuentran una valija portadora de insólitos ropajes.
Luque llama a conserjería para enterarse de que no se encuentran en el Hotel Sheraton que los cobijó conscientes sino en un tal Covadonga Hotel y en la habitación de un fulano de tal desconocido.

“¿Le suena Con.Mar.Pu. 2009?”

Cómo llegaron hasta allí, es una intriga que tal vez jamás se devele.

Franchi sigue confusa en alta graduación y experimenta dolores en una de sus pierna y cuando pregunta qué le pasó es puesta al tanto escuetamente:

“Desconó”

Se pone un pintoresco salto de cama encontrado en la valija y salta de la cama hasta la toilette.

Acá se arma. Gutiérrez y Luque comienzan a discutir sobre lo que sucedió e intuimos que algo turbio y lúbrico pasó en esa habitación de hotel.

Sin vueltas, parece que entre ambos le dieron a Franchi ´pá que tenga.

Él parece arrepentido y se quiere ir porque le remuerde la conciencia por lo que le remordió a Franchi durante la noche de descontrol carnal.
La susodicha ha sido sometida a gimnásticas posiciones.
Regresa la desmemoriada y dice:
“Quiero saber la verdad. Me revisé. Yo sabía que había pasado algo”

Luque se pone los pantalones simbólicamente y dice a Gutiérrez que o le cuenta ella o le cuenta él.
Comienzan con el relato de lo acontecido la desenfrenada y etílica noche entre contradicciones evidentes y diferencias de conceptos, mientras el desarrollo sonoro dialéctico-melódico con la música incidental se desparrama por el éter.
Ni que estuviera ensayado.
El tema va como por un embudo acerca de las relaciones sexuales no consentidas.

“Te violamos, mamita”, esclarece pero oscurece Luque.
“Ejercimos un poco de presión”, aliviana sin fortuna Gutiérrez.

En crudo punteo él dice que le pusieron valium en su bebida mientras la otra se desquicia y grita que es mentira; él dice que se quiere hacer cargo y que va a llamar a la policía mientras la otra le salta y lo trepa; él la agarra del cuello y amenaza colisionarla con el aparato telefónico mientras a ella se le bajan las revoluciones.
Luque marca, habla con conserjería y pide con la policía. Luego mantiene un diálogo de tónica arrepentida. Gutiérrez le arrebata el aparato y comprueba:

“No estabas hablando con nadie. Sos un asco”

Luego marca un número mientras Luque ilumina expresionistamente todo con la luz portátil.
Diálogo al fono:

“Hola. Ya estamos con el cierre del Con.Mar.Pu……Yo te extrañé mucho….¿Los chicos?”
Aquí hace un aparte y le dice al dúo que la mira impasible
“Lo único que no les voy a perdonar es de no acordarme de nada”
Y retoma el diálogo con su interlocutor.
“Chau, mi amor. Besos a los chicos…..”
Mucho silencio.
Y les dedica una última frase a al pareja semidesnuda que aún la observa desde las sábanas.
“Si alguien pregunta, a la pierna me la doblé bajando la escalera”

Se va.
Se los come la penumbra de Covadonga Hotel.

Se revolcaron con ternura y cuidado Angelini, Di Cienzo y Rodríguez.

Lo Minúsculo: Rodríguez semidesnudo esperando desde las 22 hasta las 23 hs metido atrás de la cama escenográfica mientras ingresaba el público.

Lo Inesperable: La primera inclusión de carne humana al descubierto y la absorción del los compromisos físicos de los actores como el dedo fisurado del masculino o la rodilla desencajada de Angelini.

Trivia: “A una se le vio un poco la bombacha rosada y a la otra un seno curioso”, un espectador sobre las piruetas de las femeninas.

Calificación: Para que los que quieren abusar sin maldad de alguna amiguita o amiguito lo piensen un poco antes. O para no comprar gin barato, no sé. Saquen sus propias conclusiones, son grandes.