17.8.09

FLOR AMARGA

Por el Sr. Mepusealdía Camacho


Postal peligrosa.



Medialuz. Espacio muy doméstico. Televisión. Sillón. Mesita de living comedor. Una femenina se pinta los labios en el reflejo bombé de la tele apagada. Es Laura, muy blanca y de mirada despejada. Se mueve sostenida como si flotara.
Llega Renzo. Pelo mojado, jeans apretados, camiseta, botas altas, toalla al hombro. Un especie de actor porno en el sistema de protección de testigos de la CIA.
Casi que no mira a Laura y dice:
“¿Vos abriste la canilla del agua fría?”


Y ahí arranca, casi como la canilla de la que habla, un torrente de palabras salen de su boca como géiser sin tapón. Prende la tele, lee el diario y dale que dale. Del enjambre oral cosechamos:

-colgame la toalla
-sacame las botas
-esta tele no prende
-¿pagaste el cable?
-la puta madre
-algo de la presión del agua
- llave escalera
-pide café
-buscapolo
-neutro
-polo
-positivo / negativo
-no le gusta el café


Explica el funcionamiento de la llave escalera con mucha mano y detalle mientras el piano firuletea.
Percibimos con perspicacia que es electricista y el típico marido insoportable.
Laura lo mira y, suponemos, lo oye aunque si la tocáramos con un buscapolo comprobaríamos que está desconectada.


Laura mira a Renzo y le pega terrible bandejazo en la cabeza.
Suena la chapa y se hace vivo el silencio.
Renzo cae inerte y queda colgando sobre el posabrazo del sillón. Luego rueda al suelo. Ella muy calma toma un celular y llama.
“Hola, Estela…. Necesito que vengas…..es urgente…”
Luego limpia el café derramado y tapa el cuerpo con una manta y diarios.
Se sienta en el sillón y bebe café.

Llega Estela muy en cuadrillé y rebosante de intensidad. Botas muy altas, flequillito y lentes retro. Salió de la oficina. Parece que le va muy bien.
Ve a Renzo en el suelo y lo trata de vago por estar durmiendo.
Laura disimula. Estela la mira.
“¿Vos te pintaste los labios? Estás muy arriesgada”
Pregunta si Renzo sigue verborrágico, hecho que comprobamos instantes atrás.
“¿Te pegó? ¡Lo mato!”
Estela pide té. No toma café porque la altera. Y sin azúcar porque también la altera. Imaginamos lo que sería alterada y nos da un vahído.

Sigue tratando a Renzo de linyera por dormir en el suelo tapado con diarios.
Pero entonces, Laura le revela su cuerpo inánime.
“Está morado”, opina Estela con ojo de abogada clínica.
“Le reventé la bandeja contra la cabeza, se la estampé contra el cráneo”, certifica su esposa.
“¿Está muerto? ¿Qué vamos a hacer con este fiambre?????”, aventura su amiga.


Aquí el diálogo cambia su sesgo policial y adquiere carácter de confesiones sexuales. Nos enteramos de que Renzo era estéril, que no se cuidaban íntimamente, que él la agarraba de las orejas contra la almohada, contra la mesada, contra el inodoro, contra el asador.
Estela hace mucho que nada. Laura le sugiere:
“¿Por qué no aprovechás este muerto antes de que se le vaya el rigor mortis?”
Estela lo toquetea por abajo de la manta.
“¿Esto está muerto de verdad? ¡Pero qué increíble! Es lo único bueno que tenía este hombre”


Urden un plan, y ambas confabulan un asalto.
“Ayudame a hacer desaparecer el cuerpo, Estela”
“Yo no soy un mago, Laura”



Planean enterrarlo a los fondos de la casa. Pero deberá ser grande el pozo.
“Capaz que si lo doblamos, hizo gimnasia de joven; es flexible”
Pero deciden serrucharlo y enterrarlo en varios pequeños pozos y desparramar los miembros.
Laura lo quiere marcar para cortar, Estela propone que sea a ojo.


Lo arrastran. Lo envuelven en la manta. Lo atan. El piano arpegia en graves.
Blanden un serrucho con peligro.
En un momento la esposa penosa se arrepiente y se quiere cortar las venas pero es disuadida por la intensidad de Estela.
Grillean los grillos.
El serrucho se acerca a los pies de Renzo. Pincha.
Renzo grita.
“¡Hasta matar te sale mal!”
Renzo, con miedo para todos, comienza a hablar. Dañado pero comienza a decir palabras, a armar frases y pregunta qué pasó.
Le dicen que entraron ladrones a la casa y lo ataron con un nudo muy complicado.
Renzo sigue hablando y dice cosas como qué barrio de mierda, pero qué inseguridad, pide café, luego dice qué gusto feo, el café es una planta que tiene una flor amarga, insulta, llora, le duele el chichón.
Se mira en la bandeja y se llora porque es feo.
Laura sin querer le tira el café en la cara, Renzo llora, Laura para compensar se tira café en la cara ella misma. Estela mira contenida.
Se inicia un momento dulce y emotivo en el que Renzo le pide perdón a Laura lacrimosa.
Renzo habla y habla. A la pasada retoma el tema de la llave escalera y los polos.


Estela, recoge sus cosas para irse. Pero vuelve sobre sus pasos.
“Me olvidé de algo”
Y le da mil doscientos bandejazos en la cabeza a Renzo que cae redondo- redondo.
“¡Me había pedido perdón!”, grita Laura.
“Vos no te merecés esto. Vení, Laura” La abraza y se la lleva hacia la ventana.
Laura llora.
“Agarrame de las orejas, fuerte….te amo, Renzo.”
La luz agoniza como Renzo.

Abrazo de Estela y Laura a contraluz.

Experimentaron la violencia doméstica Angelini, Cavicchia y Rodríguez.

Lo Minúsculo: El bandejazo con la bandeja que se buscó por todos lados y apareció a último momento.

Lo Inesperable: La muerte de pique nomás.

Trivia: “No me dolió el bandejazo, pero me mataron a pisotones”, adivinen quién.

Calificación: Un sutil bandejazo.

AUSTRAL

Por el Sr. Camacho y Mr. Ship
Hermosa postal para regalar o regalarse.
Ignoramos si la finalidad de este gráfico es disuadir a la gente de viajar en avión, pero es sumamente inspirador.
En la caja negra algo más o menos así podría haberse escuchado:
"Bienvenidos señores pasajeros a nuestra flota Austral. Les habla el capitán a bordo. Este es el vuelo ARE 1322 con destino a la ciudad de Sidney. Le informamos que nuestro avión cuenta con las medidas necesarias para un vuelo placentero y... ¡Torre de control! ... tenemos... proble…velocidad!.... ¡Mayday! aux.... ¡Oh, Dios!!!¡... tene...!!!”

Luego dos personas se quedan solas en una isla. Llega la desesperación. Llega el hambre. Llega el miedo. Llega la locura. Llega el amor. Llega otro hombre... Y la cosa se complica.

Tres actores se tiraron al agua literalmente. Poca pauta, dos o tres cosas escondidas en bolsillos y valijas. Datos que se hundieron, final manipulado en escena, tentadas no disimuladas.
Dos desconocidos en un pedazo de tierra que dice ser una isla. Una plantita como única vegetación.
Un piloto novato, un amnésico cariñoso. Una versión náufraga y lisérgica de secreto en la montaña pero en una isla. Primero miedo, luego amor, luego surgen dos musculosos aguerridos. También aparece Roberto, una pelota amiga. Todo es paradisíaco.
Hasta que llega el dueño de la isla montado en un delfín. Un hippie donjuanino que viene a buscar su cultivo y se lo fuma.
Aparece la desconfianza, el recelo, la supervivencia y un secreto oculto en las maletas: cada uno tiene la foto del otro. Misterio. El piloto también confiesa su amnesia oculta. Ninguno sabe nada. Miedo y mutua muerte.
El hippie se va con su plantita cabalgando hacia el horizonte en su delfín rosa.
Y se lleva a Roberto, para sus pibes en la isla.

Como el amnésico nadador, del Barco; como el hippie misterioso, Cáceres; como Jack el piloto, Monteagudo; como Roberto, una pelota adquirida enfrente por $4.

Lo Minúsculo: Las destrezas acuáticas y la pesca de especímenes.
Lo Inesperable: El hippie y su delfín.

Trivia: “Parecían Borges y Álvarez”, una asidua espectadora que presenció la tentadas de los náufragos.

Calificación: Tres aguavivas.

EL ELEGIDO

Por el Sr. Camacho
Postal coleccionable a todo color.

Ante todo, ignoro el porqué del nombre de este Minúsculo. Esta fue la Historia de la vida real gentilmente enviada e intertextualizada en vivo y en directo:
“Un gay muy divo y mersa, me tenía un vestido que yo amaba y no quiso devolvérmelo. No me recibió como acostumbraba a hacerlo y en su lugar, envió a una empleada a decirme que mi vestido se había extraviado. Yo que había, hasta ese dia, visto como maltrataba a sus empleados, me iba pensando "ya me las vas a pagar" cuando de frente, cargado con las bolsas del súper me lo encuentro a José, el mucamo travesti del tipo: -¡Hola, cómo estas José María!
-¡Mal! ¡Este desgraciado no me paga, cuando lo hace me da dos mangos y me hace laburar como una negra!
-¿Y por qué seguís con él? ¡Encima te trata tan mal!
-Porque no tengo donde vivir en Córdoba, no conozco a nadie, no tendría ni que comer si me voy.

-Mirá, la comida sería lo de menos, yo tengo un departamentito de servicio en mi casa, si querés te podes venir conmigo, me ayudás a limpiar esa casa enorme que esta tan fea y la tengo que reciclar. Y vas a vivir al menos con gente que te trate bien.
- ¡Yo soy albañil y electricista! te puedo ayudar a arreglar la casa entera.
¡Una vez más el universo entero estaba de mi lado!!!!!!

-¡Ni una palabra más, andá a buscar tus cosas, yo paro un taxi y te venís conmigo ya!

Bueno, el detalle es que yo estaba casada.
Me fui al centro a buscar un vestido y en cambio, volví con un travesti que había adoptado. Le tuve que pedir que se fuera a dar una vuelta mientras yo convencía a mi marido de la genial idea mía de convivir con un travesti. Fue una re puteada machista con gritos y con alusiones a mi locura y tendencia a juntarme con putos.
José, de día laburaba en casa como albañil. Tenía pinta de hombrecito joven, cara angulosa pero al ser de estatura media y delgado. Pocas veces he visto una imagen más convincente con tan bajo presupuesto como el que manejaba para lookearse a la noche como María José. “
"...Llega a visitarme una amiga hiperfemenina como los travas..."

Acá El Minúsculo manipula la historia por falta de personal y la transforma en un marido que confunde a una amiga de su esposa con José, el travesti y la pone a hacer trabajos eléctricos.
Finalmente llega su esposa y María José. Todo se aclara pero se oscurece un poquito. Las amigas se van de compras mientras el esposo y María José bailan acaramelados un cuarteto.

Se contuvieron Angelini, Di Cienzo, Dreizik, y Monteagudo.

Lo Minúsculo: Las composiciones actorales.
Lo Inesperable: La historia, envidia de Almodóvar. Y el cabezazo de un actor a una actriz.
Trivia: “Estás igualita a mí”, la autora a la actriz.

Calificación: Ñoquis con salsa bolognesa para cuatro.

16.8.09

HOGAR DE DÍA/NOCHE BERNABÉ BUTTONI

Por el Sr. Camacho
Postal de un fin de año para el recuerdo.
Continuando con la última reseña del ciclo Historias de la vida real traemos esta acuarela multisensorial de la tercera edad. Ignoramos si esta historia fue real o no, pero tenemos claras sospechas como para seguir ignorándolo.
Tres ancianos de andar lento, oscilante, tembloroso y fellinesco. Avanzan en mini pasos por el jardín del público.
Toledito muy encorvado, vacilante verbal, ocurrente crónico, barba blanca, anteojos bifocales, bata de eterno recién levantado, pañuelo de bueno mozo al cuello y gorra celeste cielo.
Oliberto de parruqueta sobre canas, corbata de desafiante gusto, lentes color esperanza, bastón amigo, labio colgante y aura de típico veterano enérgico.
Angelita de tetas portables, salto de cama sin garrocha, rulero olvidado en el jopo y pliegues coleccionables.
Toledito, apoyado en un ínfimo bastón, se queja de la ciática.
“Probá con un bastón más largo” , es aconsejado por su longevo amigo.
Son las once de la noche, hecho que verifican inexplicablemente mirando por la ventana. Está próximo el año nuevo. Ellos esperan, como es habitual en los ancianos. Siempre esperan algo.
Sillas, mesa, jaula con pájaro duro, silla de ruedas reposante, sidra, copitas de colores, loops musicales.
Están en la sala de juegos del hogar.
Angelita dos por tres rezuma elasticidad, cosa que justifica diciendo que hizo danza desde chica. Pero en una queda dura y doblada y la acomodan en la silla.
“Tantos años juntos y no tenemos nada de qué hablar”

Toledito abrazado a un flotador de cisterna que ha tomado bajo su protección, masculla algo ininteligible debido a que aún usa brackets. Él sostiene que son de un skater. Oliberto opina que se dejó estar.
Toledito luce siempre muy angustiado.
Angelita pregunta por Escuti, su inánime ave. Parece que está muerto.
“Pájaro que duerma así nunca he visto”, pero la veterana es convencida de que el bicho está bien y duerme cabeza abajo.
Pinta el juego de cartas.
“Al chancho otra vez no”, suplica uno. Pero parece que es lo que hay. Oliberto, con artritis y todo corta con una sola mano.
Angelita, que estaba plegada sobre su silla, se recupera milagrosamente, tuerce la cabeza y empieza a barajar con croupier consagrado. Se demora y es apurada.
“Dale que van a llegar los Reyes Magos.”

“Chanchoooo… ¡VA!”

23.55 hs. Comienzan a destapar la sidrita. El veterano intenso la destaba con los dientes.
“Ojo con el Corega”, es advertido.
La servida de la sidra es muy melodiosa.
Intentan comenzar un discurso alusivo.
“En el año sesenta, Mestre era gobernador…”
“¡Chancho!”, grita lúcido Toledito.
Todo adquiere un tono sentimental.
“Este puede ser el último año que pasemos juntos. El año que viene, alguno de nosotros no va a estar, con suerte”
Oliberto se lamenta: “Mi hermano mayor ya no me viene a visitar”
“Está en el cementerio”, le apunta Angelita.
“No seas cruel que yo todavía no lo sé” , señala Oliberto.
Clayderman bañado en miel y merengue toca el piano.
Oliberto pide como último deseo ser enterrado en la cancha de Juniors.
“Quiero darle mi energía a un 4 de la puta madre” , rememora “Si habré quebrado Winters en esa cancha. Pasará la pelota pero jamás el hombre”
Le toca a Toledito.
“Si yo mañana no estoy y pasado tampoco y me junto con Escuti, que alguien se encargue del flotante”
Llega el deseo de Angelita, que antes chupa y chupa sidra. Y eructa.
“Los cuetes de fin de año, después dicen que hay crisis y gastan todo en pirotecnia”, reflexiona Oliberto.
Angelita agarra coraje y bate:
“Quiero tener un orgasmo”. Parece que nunca tuvo y que su marido era egoísta.
Toledito no entiende y su colega se lo explica muy clínicamente.
Angelita se le sienta arriba.
“Me va a quebrar, estoy todo descalcificado”, advierte Oliberto.

“Cuando usté tenía diecisiete años era más fea que un demonio. Ahora ni con un palo la toco”
El dúo masculino intentará hacer lo imposible.
Toledito medio que le explica mientras ella se despatarra de espaldas.
Literalmente, la tocan de lejos con el bastón. Luego le toca un seno con el bastón, pero es advertido de que se trata de la prótesis.
“Es una chanchada lo que estamos haciendo”, se sincera uno.

Oliberto cuenta que fue asistente de un hipnotizador y que pueden aplicar esa técnica para inducirle lo que ella desea.
Un bastón oscilante la sume en sueños mientras suena hipnótica música.
Primero le tiran varias imágenes sugerentes que no resultan: unicornio, pájaros, un volcán en erupción, algo con el calor, otra cosa con la madre tierra y la desconcertante imagen del Apolo penetrando en la atmósfera.
Nada.
Luego prueban con el cuentito erótico. Noche de fiesta en Ritz Hotel, Humprey Bogart que le guiña el ojo, ella que lo debe mirar pero sin regalarse. Pero a Angelita no le gusta Bogart, es petiso y tiene mal aliento.
La estrategia no resulta.
“No voy a andar probando con todos los galantes de la época hasta que alguno caliente a la vieja”
Entonces le propondrá una palabra que le induzca el fenómeno físico añorado.
La palabra será “Chancho” y constará de cinco etapas inductivas:

1- Un leve escalofrío.
2- Sentirá como una manito en la panza.
3- La mano más abajo.
4- La parte más húmeda ahí abajo.
5- Remolino de placer.

“Cuando cuente tres te despertarás”
Angelita se despierta creyendo que todo falló. Uno propone jugar a las cartas.
“Juguemos al puerco”
Primer “Chanchoooo… ¡VA!” y Angelita respinga.
Y son cuatro “Chanchoooo… ¡VA!” más y la veterana olvidada hace un itinerario inolvidable ante la mitrada complaciente de Oliberto y Toledito.
Calma…y carita de felicidad.

“¿Juguemos otro?” , propone la golosa mientras la luz se consume en respingos.

Retozaron Angelini, Cáceres y Rodríguez.

Lo Minúsculo: Las tentadas manipuladas a favor de la escena.
Lo Inesperable: Los diálogos memorables.
Trivia: “Nos olvidamos de llevar el destapador para la sidra”

Calificación: Cinco porcinos.

8.8.09

EL KEVIN- parental advisory-

Por el Sr. "escribo cuando puedo" Camacho
Postal de "El Kevin". Clikee sobre la imagen, guárdela en su ordenador, luego imprímala y ármese un álbum para compartir con su allegados.
Seguramente varios asistentes a esta hermosa pieza teatral estaban esperando esta reseña que seguramente se llenerá de comentarios como habitualmente viene sucediendo.

Aviso: esta crónica contiene pasajes que pueden afectar la sensibilidad del lector, teniendo en cuenta que ya afectó la sensibilidad de los que la presenciaron en vivo y en directo.

Interior de casa muy pobre. No se sabe si es un living, un pasillo, o la casa en sí.
Ropa colgada se seca o ventila. Una mesa precaria no sostiene nada, cajones de cerveza vacíos actúan de sillas. En un rincón, un antiguo coche de bebé. Un bebé llora. Y llorará durante todo el minúsculo.

Para continuar con el plácido desarrollo de estas memorias escénicas es necesario establecer una convención de sentido gramatical. La pieza minúscula presentada adquirió matices ríspidos a nivel lingüístico y de imagen que sólo resultan válidos a la hora de su exhibición por lo que cualquier intento de reflejar la realidad de lo vivido sería en vano y, me atrevo a señalar, burdo. Por tal motivo cada palabra, frase o imágenes que estén matizadas por esa sensación de espanto innombrable será sustituida por: “X”, teniendo en cuenta que cada “X” aumenta el nivel de animalidad.

Inmersa en este ecosistema vemos a la Ayelén, de mirada perdida, pelo pajoso, ojeras supremas, dientes afectados y verba rebelde.
“¡Caiate, Kévinnn!!!” , le grita furiosa, hastiada, al bebé llorador.
Llama por el teléfono a su esposo o pareja Rodrigo, (léase “erhe”, con la r arrastrada).
De pique vemos que es una familia donde el maltrato oral es el pan duro de todos los días y que habita en la periferia de la ciudad o de la vida.
Le pasa la data de las actividades de sus otros hijos: El Yéison en el cíber, la Karen, el Yónatan, La Yoli y La Yénifer, en similar destino ignoto.
“¡Pendejo ortiba!!” , le grita al Kevin. No sabe su edad.
“Calculale uno´ cinco mese´”
Suena mucha música de esa que se sigue el ritmo con el brazo extendido hacia arriba y la palma hacia delante en ritmo y ademán callejero.

Llega su buena amiga La Yaqui. Pintadita, manitos en el bolsillo, colita alta y tirante. Mirada de chica rápida.
Hablan de un sorteo de una camiseta de Tévez y aventuran sobre cuál de las dos resultará ganadora.
“Te apuesto todo´ lo pelo´ del X a que me la gano”
La Yaqui mira al Kevin llorador y dice que tiene un ojo abierto y otro cerrado.
La Ayelén le confía a su amiga que cree que su esposo “la está pasando”, es decir, anda con otra.
“Con la Aisa, esa negra cuXXXda”
Le pide como favor:
“Tirale todo´ lo´ galgo´ al Rodrigo, que no tiene código´ ; a ver si te entra”
Su sospecha tiene fundamentos físicos.
“Me arde el X porque me está contagiando algo”. Bestial.
La Yaqui se convence no muy convencida.
El Kevin sigue llorando mientras suena un disonante arrorró en tonos menores.
Llega El Rodrigo. Flaco de mirar oscuro y bigote policial. Claro. Es policía. Estaba con las adicionales.
“Este pendejo está cagado”, observación que nos llega con ambigüedad.
Ella le responde con crudeza chorreante.
“¡Volvete al rancho de donde vení´ boliviano!”
Hablan de sus hijos. El Rodrigo dice que al Yéison lo tienen demorado en la comisaría.
“¡Si la Karen me aparece preñada le voy a hacer rulo´ en el oXXte!”
Despiadadismo total.
Ayelén sale a la despensa a comprar unas empanaditas porque no tienen nada NADA recalca.
“Traete una Suitty Pomelo o una Doble Cola”, le grita La Yaqui.
Queda solo el dúo. La ligera y el agente del orden.
El Kevin llora.
“Lo voy a quemar”, profetiza el padre.
Uno espera que La Yaqui le avance al Rodri como acordó con su amiga, pero…
“La Ayelén se dio cuenta. ´toy con el bombo”
Nos cae la ficha de que los dos curten desde hace tiempo.
Aquí se inicia un diálogo sin precedentes en la historia del Teatro Minúsculo.
Ella le pide plata para el aborto pero él sólo reacciona con la invitación “vamo´ allá atrá´”
El Rodri se cuestiona su paternidad.
“¿Qué voy a hacé´ con el pendejo? ¿Lo voy a colgá´ del arbolito de navidá´?”
A lo que La Yaqui observa:
“Vo´´ pa´ ponela´ no tené´ escrúpulo´ “
Y El Rodri se defiende:
“Eso te pasa por fruncir el X”
Ella le pide $500 para interrumpir el embarazo. Él opina.
“¿$500? Qué…¿te lo queré´ hacé´ en un spa?”
El Rodri dice que no le va a pagar nada pero le sugiere que ella le realice sexo oral. Ella dice que sí cómo no pero que él le de la plata. Aquí ingresan en la típica disyuntiva de quién cede primero, si el que pone la plata o la que entrega su boca.
“Yo voy a poniendo a medida”, pide El Rodri. También cambia de estrategia.
“Vo´ dale y después vamo´ al cajero”
Ella accede sin muchas vueltas, y el agente del orden sugiere.
“Ponele onda que es un pXtX de $500”
Ella, sabia y experimentada lo pone a tono.
Entonces ella lo XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX mientras él le dice XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX y luego ella lo XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX a lo que él XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXmientras le sugiere que XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX,
Pero ella dice XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX, él insiste que XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX, pero ella XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX.

El clímax de la situación lleva a que El Rodri le apriete con fuerza el cuello que cae muerta sobre la mesa.
Y ahí nomás, cae La Ayelén que pregunta qué pasó.
Hábil, su esposo dice que la otra le avanzó y la estranguló. Luego dice algo así como que sus partes íntimas quedaron enrojecidas por la voracidad de su ex amiga ahora muerta.
La Ayelén mira a su bigotudo esposo y le dice:
“Te XX amando, Rodrigo. Yo pensé que me estabas pasando”
Luego se ponen a bailar la musiquita que los contiene.
“Sabé´ cuánto hace que no le veo la cara a Dio´ …“
Ella se preocupa por el cuerpo.
“Tenemo´´ que descartar el cuerpo” , a lo que él la tranquiliza:
“Despué´ venimo´ con la combi con lo´ muchacho´ y la cargamo´ “
La pareja sale muy enamorada y fortalecida mientras El Kevin llora, llora y nunca deja de llorar.

Transitaron el lado oscuro: Di Cienzo, Cavicchia y Cáceres. No convoque al elenco para animar la fiestita de su pequeño/a.

Lo Minúsculo:
La escena sexual explícita.
Lo Inesperable: Todo. De parte del público y de parte del resto del elenco que miraba mientras se tapaba los ojos. Y que no haya llegado la policía.
Trivia: “¡Uy, vino la Espectadora Minúscula (pequeña concurrente regular del ciclo)!!!!”, el elenco espiando por la puerta antes de salir a cometer su atentado escénico.

Calificación: XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX

3.8.09

CORTEJO A DISTANCIA

Por el Sr. Camacho
Postal de "Cortejo a distancia", foto de Flor De Lorenzi.

La vida vivida de otros nos sigue dando sorpresas vívidas. Esta pieza teatral minúscula cedida por una donante anónima nos sitúa en un living típico. Sillón de terciopelo rojo, mesita y vasos 2 de whisky. Dos opciones: 1-noche de seducción top, 2-tarde de amigos reventados. Obviamente vamos por la opción 1 porque vemos una beldad deslizada dentro de un vestido de chiffon negro. Es Ariana.

Llega Juanjo, un fachero pop very tuneado y derrochador de sex appeal metrosexual sin reservas.
Ariana muy pintada espera una visita. Le pregunta a Juanjo si está bien así, a lo que él, observa desde atrás:
“Lindo garage para aparcar mi auto”, comentario que revela la intimidad entre ellos.
Ariana espera producida la visita de un tipo que conoció en Brasil, pero no recuerda su nombre.


Lo seduce con su tanga, hecho que evocamos con delicia.
Juanjo le pregunta si le hizo “la paradita”, mecanismo de seducción que consiste en una sencilla operación física: se da la espalda al objeto a incitar, luego se eleva sobre las puntas de los pies mientras se curva el cóccix y se mantiene derecha la columna para así exhibir la cola en su plenitud.

A Ariana no le ha quedado claro si él viene de visita o planea ser hospedado, así que está llena de dudas sobre la relación. ¿Le ofrece cama o sillón? ¿No le ofrece nada?
Juanjo sale y llega el visitante con valija de viaje. Prolijo parco de negro con aire a Benicio del Toro y de voz calibrada.

Ella aprovecha y le hace “la paradita con labio”, una variante que incluye una proyección de ambos labios como si se hiciera puchero pero sin llegar al extremo del gesto.
Mucho nervio de la Ariana que busca estrategias para que el recién llegado diga su nombre sin resultado positivo.
Se sientan a seguir conociéndose.
Diálogo, mientras beben whisky:

Él- Me gusta el sonido del hielo…
Ella- ¿Es músico?
Él- No. Alcohólico.


Intentan adivinarse sus profesiones simpáticamente mediante un Dígalo Con Mímica. Ella es diseñadora de modas.
Hábilmente ella le pide a él que diga su nombre con mímica, cosa que a él le resulta primero extraña y luego imposible.
Se llama Augusto y trabaja en el Tiro Federal, profesión extraña si las hay.
Regresa Juanjo a pedir la típica tacita de azúcar. Viene muy pero muy arriba y efervescente de hormonas masculinas.
Ambos hombres son presentados y Augusto se pone muy incómodo ante la confianza que se tienen los vecinos.
Juanjo medio que se instala y toquetea a Ariana y gritonea contenta.
La memoria me falla pero en un momento Augusto deja deslizar la reflexión:

“Quién no se comió un pibe alguna vez” , que por su contundencia merece figurar en esta reseña.

Al rato regresa Juanjo y esta vez canta canción de reciente composición que es una magnífica combinación estilística de Lerner y Fito. Es decir, melodía empalagosa con versos demasiado largos que entran en la métrica a pura presión vocal. Luego sale raudamente.
Continúa con cuentagotas la mutua seducción de Augusto y Ariana pero es interrumpida por Juanjo que regresa.

“Creo que la estoy cagando” , presume Juanjo.
“Tendrías que ser detective, pibe”, observa mordazmente Augusto.

Luego se desata una sucesión de bromas internas que son compartidas gentilmente con el público.
Pero Augusto se pone menos diplomático:

“Rajá, turrito, rajá”

Entonces llega un momento a “slip quitado” y Augusto abre su corazón.
Y por si no queda claro, lo explica varias veces.

“Me la como. Soy gay. Nunca estuve con una mujer.
Vengo acá y este pendejo me re gusta, boluda.
Lo trato mal porque me lo quiero comer.”

Todo se resuelve trágicamente para unos, y con soledad para otros.
Augusto y Juanjo se van juntos a bolichear.
Ariana queda sola.
Muy pintada y sola.

Gesticuló, Angelini. Carraspeó, Rodríguez. Se entrometió, Díaz Abregú.

Lo Minúsculo: Mucho con poco.

Lo Inesperable: Que todo esto le sucedió a alguien que miraba desde el público.

Trivia: “A mí me quedaba mejor ese vestido”, Rodríguez a Angelini rememorando un viejo minúsculo.

Calificación: “Tres paraditas con labio”