4.12.07

TRIUNVIRATO METEOROLÓGICO

Por el Sr. Camacho
Escena de "La Timba Real"

La Reina del Agua flota en una cumulonimbus condensada de dos de hidrógeno una de oxígeno mientras canta una extraña tonada en escala ascendente y se autohidrata con un pulverizador.
La Reina de Las Luces y La Energía se enchufa a dosveinte y le resplandece la corona made in china.
El Rey de la Oscuridad mira raro veteado de negro como un helado con salsa de chocolate pagano.
Las tres id-entidades se inclinan noventa grados celsius con ademán solemne ante El Oso Caqui, un icono peludo e inmutable relleno de guata que observa todo con ojos de plástico.
Uno se pregunta qué manipulación esotérica e inquietante tejen estos seres en el telar de la vía bífidoláctea.
Y se queda tranquilo al descubrir que sólo se reúnen a apostar por el Futuro de la Humanidad Toda.
“La Timba Real” nos trasmigra como lama tibetano a un universo desconocido de mundano y vicioso esoterismo donde estos monarcas de la Pacha Mama desafían sus propios miedos con cobarde valentía.
Mediante un extraño y ocultista sistema que deja a cualquier casino de Las Vegas a la altura de las timbas clandestinas de Isidoro Cañones, van tirando dados y sacando cartas que los enfrentan a sus opuestos directos a través de la consumación de prendas maléficas, acatables y kriptonitianas.

Siempre se alían dos contra el infortunable que queda.

A La Reina del Agua le toca fumar, meter humo en sus pulmones cristalinos en contra de la ordenanza de la Ley Nº 23.344.

A La Reina de Las Luces y La Energía la desenchufan y le apagan los cuarzos de 300 mientras sufre retorcijones iluminada y eterna con una linterna emergente de su caja toráxica.

Resta El Rey de la Oscuridad. Se le exige a El Oso Caqui que haga saber su voluntad.
“Este oso habla, lo que pasa es que hace silencio”, una frase de orientación zen que deja caer con disimulo el que habita en las sombras.
La Reina del Agua comienza un alegato a favor de las manifestaciones acuosas que la hace merecedora de un subsidio imperecedero por parte de Greenpeace y se arma un debate en torno a las anguilas, sobre las cuales reclama su eléctrico derecho La Reina de Las Luces y La Energía.
“Es un extra que le dieron al bicho”
“Podés intervenir si querés”, le espeta ambiguamente la amante de lo insípido-incoloro-e-insaboro ante el mudo verbo físico de El Oscuro.
Los tres se abocan a una instancia gremial de debate envuelto en un lenguaje políticoalquímico y filosofal.
Una ofrece sus perlas.
La otra las anguilas.
El otro los murciélagos.
No hay acuerdo y la moción, compañeros, es que El Oso Caqui decida la oferta más coherente.
La Reina del Agua saca una carta y su rostro acuático se transforma de horror sin fin.
El Oso Caqui cae. Por casualidad o por fuerzas invisibles.
La Reina del Agua se seca.
Detrás los otros dos someten al relleno de guata a reanimación a dosveinte.
“Una lágrima, por favor”, suplica la que vuelve al polvo mientras El Amante de las Tinieblas le verte graduado elíxir sobre su cabeza.
Y muere.
El equilibrio del fantástico mundo del color se viene a pique.
El Rey de la Oscuridad se acerca a la luz como una pollilla de setenta y cinco quilos.
Y muere también.
La Reina de Las Luces y La Energía se consume como pila sulfatada.
Y también muere.
Final que golpea con la reflexión apocalíptica de que estamos solos e infantilmente confiados a merced de fuerzas ignotas y excomulgadas.

Se embadurnaron como los dioses Caviccia, Irigo y Dreizik.

Un pecado: El whisky de veintinueve pesos en los ojos de La Reina del Agua.
Una virtud: La pátina visual.
Trivia: La Reina de la Luz a los otros monarcas, refiriéndose al cable de las lucecitas de colores “¿Y con esto qué hago, me lo meto en el…?”
Calificación: Para no confiar en la naturaleza y derogar la ley de bosques.