25.9.07

ESPANTOSITY TECHNICOLOR ENTERTEINMENT

por el Sr. Camacho
Escena de "A flor de piel"

"A flor de piel " fue una clara cita a ciegas full color con Tod Browning que incluyó peligro físico real, poesía viva, peligro intelectual también real, aneurismas, maquillaje abusivo, personajes de miedo, lucha escénica, una costeleta, giros argumentales, dos planos convexos y un final al voleo pero efectivo.

Oliver tiene un circo. Se porta mal, es sucio y con una cicatriz que le corta la cara como una avenida intervenida por una red cloacal en reparaciones. La única atracción fatal circense que deambula en bambula sesentosa es La Mujer Barbuda que es buena, cautiva, pelirroja sintética, very naive y cantarina en semitonos.
El idilio fenomenológico atmosférico llega a su fin cuando la empresa en expansión entra en dura crisis institucional y no hay marketing que la saque de la quiebra.
La renovación de mercadería cultural llega con el lanzamiento del nuevo producto que hará las delicitys de chicos y grandes: La Increíble Mujer Cocodrilo, envuelta en reptante y reptílico susurro lacrimógeno.
Todos en un shocking mistery tour sin retorno y con carneada y comida de carne en vivo sin sal pero con abundante colesterol poético.
La Mujer Barbuda sorprendió con su verba insomne sin líquido de frenos reencarnada por De Battisti. Oliver en un roll-on de esos que le gusta haciendo equilibrio sobre lo repugnante y con mensaje social a babuchas de Monteagudo. La Mujer Cocodrilo descascarándose en goteo ocre bajo el jadeo tembloroso de Angelini. Un trío de corriente alterna-corriente continua en armonía sincopada y escatoilógica que nos vivenció en un reality freak show on the dance flavour y que dejó cavilando de escalofríos a los testigos del caso y el espacio más pringoso que boliche a la madrugada.
El devenir de todos estos ingredientes se escurren bajo un volátil y empolvado nimboestrato en frottage sobre papel conqueror de grano grueso alta densidad con lápices policromos de pesadilla.

Un pecado: El peligro de desbarranque.

Una virtud: La arquitectura visual transgénica.

Trivia: Angelini luego del codazo en el mentón a Monteagudo: “Creí que te había noqueado”

Calificación: Para dejar en casa a disfónicos y taquicárdicos.

17.9.07

FILOSOFÍA LÚBRICA

por el Sr. Camacho

Escena de "Adelante Dante".

Un Ángel y un Demonio se disputan al agonizante Dante, que drena suave y entregado en un bidón de 5 litros. La madre del moribundo intercede para que su hijo tenga un buen pasar en el limbo lamé rojo o celeste.
Y eso sí, todo licuado en zumo líbido vanguardista.
El Ángel, the strike again de un Marcos Cáceres con su cerebro de extraña fractura en plena efervescencia. Príncipe de la verdura insólita, del acído desoxirribonucleico verbal, poesía pélvica filosfósfica en trapecio bamboleante del triple mortal inesperado.
El Demonio, un Rodríguez! con calzoncillo prestado y con el gruñido sólido de la experiencia a flor de barba, se permitió el lujo de integrar su risa diabólica a la ficción terrenal e involucró la nueva tecnología polifónica del clásico “Chín-chín-chín-chín” de “Psicosis” en una aparición ultraterrena.
Y entonces, la Caviccia inesperada múltiplo de tres en una sucesión de encarnaciones inolvidables: la lacrimosa madre, El Fantasmita del Tap, un dadaísta hallazgo ectoplasmático que deseamos volver a convocar, en un espiral delirante y aflautado de un ánima desanimada que espera el trole infame que la lleve al más allá. Y luego, de remate triple equis, la oral nurse que hace gala de sus dotes lingüísticas bajo la sábana almidonada donde yace el moribundo (que estaba resuelto mediante un ingenioso recurso de utilería pero que dadas las retorcidas circunstancias hubiera deseado que llegara el Hada Azul de Pinocho y lo hubiera vuelto carnal y sensible).
Como moño final, el agonizante trasmigra al cuerpo de la enfermera succionadora en una desconcertante vía de reencarnación.
Un minúsculo que inaugura la corriente porno soft, que combinó hábilmente múltiples doctrinas filosóficas, citas literarias, conceptos trasgresores sobre la vida, vestuarios de high design y dejó al público tambaleando sobre su fe y creencias más ortodoxas.

Un pecado: Los 72 PC que iluminaban la escena y la pueril excusa de Rodríguez! de “No teníamos tiempo para pensar qué luces poníamos”.

Una virtud: El giro a lo Film Zone de madrugada.

Trivia (Nuevo ítem!): A la actriz que interpretó al Fantasmita del Tap se le escuchó decir tras bambalinas “No sé cómo encarar el personaje”.

Calificación: No apta para pacatos.



11.9.07

Y EL REVÓLVER HACÍA "CLICK! CLICK!"

Por el Sr. Camacho


Escena de "Ronda nocturna"

A este ciclo definitivamente podríamos denominarlo “Whisky barato y muertes surtidas” en el cual la malta fermentada, luego de un largo proceso se integra perfectamente a la superficie expresiva de los actores. Casi estamos a punto de establecer una nueva corriente que, me aventuro a denominar casi de improviso, Teatro de Alta Graduación.
Un párrafo aparte merece la presentación a cargo de los terceros ojos de Dora & Dora, Las Adivinadoras que jugaron con los azorados espectadores y los pusieron a punto caramelo sugus pegado en el paladar negro del arte escénico del mentalismo más extremo.

“Ronda nocturna” nos sumerge en el submundo de monitores de los guardias de seguridad de un shopping incierto, en un festejo champanístico de un mayo 1.
Fuimos testigos del drama amoroso que gira de una típica conversación macho-macho men al rango de Autoashuda Bucay pero sin plagio ni rastro de disculpa mediática a la vista.
En este sucucho tecnológico nos encontramos con los guardias de seguridad Butiérrez, un hilarante y mordaz Díaz Abregú, López un iluminado como nunca por leds de alta frecuencia Del Barco y un medido, justo, rey de la morisqueta clásica Dreizik.
Una elite troupe netamente masculina de efecto Axe, triplettes de realismo mágico y de las más variadas fisonomías: un lampiño, un semi lampiño y un teddy bear que se metieron de lleno en la jam session minúscula con perfecto equilibrio y testosterona creativa.
La descripción del bomboncito femenino que se come López está ahí de la poesía de Benedetti.
Estos tipos viven el colmo del trabajo ideal: “Nos tocamos y nos nos dicen gay!” y demás oraciones subordinadas al buen gusto y la sutileza.
El mundo ideal de Montaner se derrumba cuando Gómez, que ya venía cabizbajo, confiesa que su mujer lo engaña, o como se dice en la jerga, lo guampea abierto.
Es ahí cuando todos se hacen amigos de Coelho.
El pico de expresión corporal estalla cuando Butiérrez y López ven por los monitores a un desencajado Gómez guampas chatas que mata a un inocente, que seguramente se lo merecía porque nadie se se lleva algo de arriba nunca.
El desequilibrado entra y mata a López que acomoda hábilmente su dedo índice en la perilla del plavicom para el apagón final.
A punta de pistola, al igual que estuvo su mujer, el muy cornudo le hace leer una carta a Butiérrez (que demuestra con holgura que no es sólo una cara bonita) donde cuenta con lujo de detalles cómo la desagradecida se entregaba a juegos non sanctos.
A final, el pobre infeliz también lo mata.
El revólver hacía "Click! Click!" pero los cuerpos se convulsionaban como tatuados por una magnum 44.
Dreizik, con extraordinaria cintura actoral, cambia hábilmente de registro y nos sume en el abismo de las lágrimas a la luz tenue de los monitores en un monólogo desgarrador y lacrimoso.
El público se río mucho.

Un pecado: un perchero mal colocado que tapaba la visibilidad del lado izquierdo de la escena que incluso obligó a Dante Duero a levantarse y buscar una mejor ubicación contra la pared del lado derecho de la sala.

Una virtud: la escucha via coaxil del team y el mensaje de que el amor duele mal.

Calificación: Cheque vacío al portador de Camacho






7.9.07

GOTA DE SANGRE SOBRE EL SATÉN BLANCO

Por el Sr. Camacho

Escena de "A la fuerza..."

Un atelier de alta costura con vestidos multicolores y naftalina en negro.
Tres chicas y una señora que como botones descontinuados se prenden en el género de oferta de tela por kilo. Y arranca “A la fuerza se hace la costumbre”, una denuncia social en clave de sol. Un drama musical claustrofóbico. Una opereta de satén remallada. Como de la mano de Francois Ozone pero sin el Francois y con un agujero en la capa de ozone del vodevil pérfido que se agranda con el devenir de la trama.
Tres chicas en un ecosistema de 25 w cosen les chic camuflages de alta cordura de La Señora, un aplique fantasía de alta sociedad.
Un elenco cosido con un bouquet selecto integrado por Angelini, Bergallo, Caviccia e Irigo.
Angelini es Greta, una pálida, exacta, metedora del bocadillo congelado y estricta Rumana que llega a esas latitudes en busca de un mejor destino trágico.
Bergallo es Margot en un desequilibrio perfecto.
Caviccia que ingresa lentamente en su lado B, es La Señora, con poesía visual exquisita.
Irigo es Rita, hermana menor de Margot en un debut minúsculo naif y esquizofrénico. ¿Convive allí una Irigo B de Santa Eufemia?
Coro: “En verano los naranjos son más sabrosos”
El Down School Musical se tensa mal cuando La Señora propone el juego de ser La Señora. Le toca a Rita que es poseída por el vestido rosa de La Señora como si fuese el padre Karras pero sin la escalera y la cabeza al derecho.
Llega el odio al abuso psico y Margot, rebosante de celos, mata a la doble de cuerpo de su hermana.
Y se viene la realidad como puntada en dedo sin dedal.
La Señora decide recuperar su poder y al no poder sacarle el vestido rosa a la muertita se enhebra en él como dos pies en una media.
Memorable y antropoilógico.
La luz de la lámpara de mano, habitué insoslayable del minúsculo, se va tras la lírica fatal de la viva con la muerte a sus espaldas:

“soy
la dama de la seda
soy
la dama de hierro”


Un pecado: haber faltado sin aviso.


Una virtud: canilla libre de progesterona.

Calificación:E=mc2 Camachos