historia minúscula
espectáculos
mediateca
crónicas
noticias
No es improvisación,es minúsculo
Abrimos los oídos. Adivinamos anatomías bajo las sábanas donde naufragan una marea de objetos: alitas de ángel, vasos, ropa, cotillón barato.
Gemidos y gruñidos múltiples estampan holográficamente sucesos acontecibles de alcoba.
Ingresa una mujer de andar suave; en bata de baño peina su pelo húmedo. Revela la escena velada por 90% algodón, 10% acrílico a una pareja en paños menores, atados y amordazados.
La recién bañada, Franchi; los amordazados, la Srta. Gutiérrez y el Sr. Luque.
Nuevamente.
Comienza CON.MAR.PU. 2010, la segunda parte joligudense y sin merchandáising de un Minúsculo que hizo historia (al menos para nosotros: ver aquí la crónica).
El Congreso de Martilleros Públicos este año se desarrolla en Chaco y vemos que los acontecimientos se reiteran. “La partuza continúa”, podríamos escuchar como epígrafe leído por algún locutor televisivo de canal local. “esteno absoluto”, aseguraría público ansioso.
Definitivamente, Franchi es una novata sexual, casi una novicia pero no rebelde y con una causa que aparentemente se sitúa justito en el punto G.
Ella a él, a boca de jarro:
“¿Cuántos orgasmos tuviste en tu vida?”
Él, con una pausa previa, de mundo:
“Muchos”
“¿Cinco?”
Él, con un gestito:
“Y...más…”
“¿Cuántos?... ¿Ocho…?”
Gutiérrez y Luque son dos letrados en cuestiones de la carne, Franchi ha vivido engañada a pura milanesa de soja. Lo más erótico que vivió fue una peli en The Film Zone a la medianoche.
Franchi va a más y pide vida juntos, planea dejar a su marido que se ve que no cumple sus tareas maritales.
“Luque, hemos creado un monstruo” , dice Gutiérrez por lo bajo.
Ante las respuestas evasivas de los otros dos, Franchi llora desconsolada como niña caprichosa, aunque reconozcamos que el capricho es bastante particular.
Franchi vive en Yapeyú.
Luque, muy didáctico propone juntarse “alguuuuna vez” en telo que quede situado en un lugar que les convenga a los tres. Franchi duda y no parece muy convencida.
Los otros, como elemento motivador, piden drogas.
“Yo compro en Yapeyú”, argumenta Franchi que conoce bien el barrio y sabe mirar para arriba y ver zapatillas enganchadas en los cables.
En definitiva, los dos que se quieren picar de una vez, la quieren convencer de que no los venda.
Muchas vueltas y al final dice que los deja ir con la condición de compartir las sábanas (y otras cosas) una vez más.
“Háganme la onda”, es su último y desesperado ruego.
Luque:
“Bueno, dale, uno rapidito”
Gutiérrez, se pone alas, Franchi se le trepa arriba y le dice “volá volá”, todo se trepan encima de todos, alguno grita por una rodilla mal puesta, o bien puesta, hay gemidos, bufidos, risas.
Para Franchi el sexo es como una calesita.
Se meten bajo las sábanas y se retuercen. En un momento Franchi sale de debajo de las sábanas ofendida porque los otros medio que se entienden mejoer y la dejan afuera.
Luqe se queja de que se le durmió el brazo izquierdo. Lo repite varias veces.
Hasta que queda muy quieto. Lo llaman y no reacciona. Franchi mira debajo de las sábanas aún tibias.
“Luque tiene todo muerto”
¡Luque!!!!
Metateatralmente medio que le clavan una rodilla en la cara y Luque se mueve.
“Es el rigor mortis”, salvan aunque no hace falta.
Asustadas lo tapan.
Franchi sugiere:
“¿Si aprovechamos antes de que se enfríe?”
Franchi gimotea: “Qué le digo a Carlitos...”
Gutiérrez se quiere volar, discuten y entre forcejeos ella toma el teléfono, llama a la policía y sanatea de que Luque se siente mal.
Gutiérrez agarra un par de cosas y se va para no volver.
Franchi, le habla un rato a Luque muerto.
Después mira hacia el cielo y le habla a un Luque que flota como en un último orgasmo.
Lo Minúsculo: Las segundas partes de un minúsculo memorable siempre son buenas. Para los que no vieron CON.MAR.PU Santiago del Estero, una fiesta; para los que sí fueron testigos del anterior encuentro de este trío, un remate sublime.
Lo Inesperado: Que los dos actores del principio hayan estado casi una hora bajo las sábanas antes de que comience la función. Se rumorea que tenían un par de empanadas.
Trivia: "¡Qué boluda!", opina un público de Franchi que mira hacia arriba y le habla al cielo, luego de que Luque murió.
Calificación: Dos turnos.
Dos o tres porquerías escénicas nos sitúan en la recepción de un hotel. Detrás de un mueble y casi como uno, pero violeta y viva, está la recepcionista, rezumante de corrección y rictus socarrón.
Cae joven rimbombante y simpático. Intercambian dos o tres palabras de cortesía. Se conocen de antes y se tratan con empalagosa cortesía. Ella:
“Hola, Miguel; tanto tiempo. Hace un año que no alquilo su habitación. ¿Y Ana?”
Un acorde trágico flota en el éter. Pausa.
Él para saltar el escollo, señala un área del hotel y dice:
“Esa parte es nueva, ¿no?”
“No”, escueta ella.
Llega entonces una chica de melancólico mirar hablando por celular.
“Sí, mamá, el vuelo sale mañana”
Él se retira a hablar por teléfono. Que resulta ser inalámbrico, por mero capricho del cable.
“¿Cómo te va, Ana?” , dice la recepcionista.
Un cruce de miradas de grado dondehubofuegocenizasquedan se teje entre la pareja.
“Chau, mi amor, te voy a traer a Córdoba”, presume Miguel.
“¿Les doy la llave de la habitación? La tengo reservada hace un año para ustedes”, clava la recepcionista.
Más silencio.
“Mañana tengo que volar. A España”, distiende Ana.
“¿Cuándo se van?”, reincide la recepcionista.
Ana contraataca “Para siempre me voy”
Silencio plus.
“¿Sola?.... me parece que metí la pata” , dice la recepcionista mientras leeeeentamente le cae la ficha y deja la llave, por las dudas.
Silencio.
“Hola” o baldazo de agua fría.
Tensión altamente seductiva.
“Ya pedí el flete”
Ella le dice: “Escuché por casualidad que hablabas por teléfono con…¿Julieta?”
Y entonces, desde lejos o desde cerca, la recepcionista comienza a opinar y a didascalear sobre lo que ve sin que los involucrados perciban nada.
“Me parece que es la actual, nena”, dice mientras hojea una revista.
Él y ella:
“¿A dónde viajás?”
“A Madrid”
“Qué raro, nunca te gustó”
“Siempre, pero nunca me escuchaste”
El joven se hace el chico duro y habla de llevarse unos muebles en un flete y le pregunta si está segura.
La mujer dice sí.
La recepcionista dice: “Te está mintiendo, Miguel”
Miguel, aunque no escuchó la acertada intervención propone:
“¿No querés que vayamos a otro lado?”
Se le dejan servida a la recepcionista que insta:
“¿Por qué no se van a la pieza y se echan un polvo?”
Ella y él:
“¿Qué edad tenés?”
“Veintidos”
“Te recordaba más grande”
“Tal vez te acordabas de algo más grande…”
Él le recuerda con malicia que ella es mayor. Y parece que mucho mayor.
“Qué pendejo te estabas comiendo, Ana…”, dice al pasar la recepcionista.
Ella le dispara que se casa.
Miguel queda mudo. Luego dice:
“Tengo una herida…Me corté con un plano de la facultad...Tardó mucho en cerrarse…”
“Qué buena metáfora” , opina la otra que no para de meter bocadillos exactos.
El diálogo continúa a pura alegoría hiriente.
“En Estructura II nos enseñan de terrenos….”, Miguel se explaya largamente y habla de los cimientos que son la base de todo y cierra, hablando ya no se sabe si de terrenos:
“Lo importante es que sea fértil”
En este punto crucial descarnado, un público gimió.
Ambos reciben llamadas de sus respectivas nuevas parejas y se produce un duelo a puro piropo.
Entonces, sin aviso y a puñalada certera Miguel le dice:
“Vine a verte”
La recepcionista cada tanto verdurea algo al pasar.
Ana lagrimea.
“Besala, Miguel”
Ana deja escurrir entre las lágrimas:
“No podemos estar juntos”
“¿Y si yo te digo que me voy con vos?”
“Me voy a casar”
Los recuerdos entretejen un diálogo desgarrador.
Él le dice que la ama.
Ella lo mira.
Sólo queda el silencio y se zambullen todos juntos en la oscuridad.
La recepcionista también.
Música hasta llorar.
Sufrieron Caviccia, del Barco y Di Cienzo.
Lo Minúsculo: La historia simple pero profunda como la vida.
Lo inesperable: Los bocadillos de la recepcionista y la ecuanimidad de los diálogos.
Trivia: “Me emocioné con la música de Enrico Barbizi ”, un público que se acercó.
Calificación: Un lacrimal irritado.
HÁGALO UD. MISMO
Inauguramos un nuevo espacio en este blog que por suerte no cuesta nada.
Si le gusta el teatro agarre este guión y hágalo con sus amigos. No es imprescindible saber actuar.
Minúsculo guión
Dos hombres integrantes de “justicia cultural” planean un atentado a un Shopping.
Bomba dentro de caja de zapatos que deben cambiar en local del Shopping.
La bomba la llevará la mujer de uno de ellos sin saberlo. El otro se opone porque siempre estuvo enamorado de ella.
Discusión.
Ingresa la mujer. Es insoportable.
El enamorado no dice nada.
Su esposo le da los zapatos para que cambie en un local del Shopping.
Se lleva la bomba.
Pum!
Postal de un trío amante de los viajes temporales.
Si pudiéramos aventurar un género para este Minúsculo, sería Policial Negro Fantástico.
La oficina bogartiana velada por el humo del puro nos contiene a una especie de Sam Space/Napoléon Solo/Mike Hammer/Maxwell Smart en gris composé, sombrero al tono y con una mano postiza.
Es Cara de Niño Harry, private investigator. Su cara de niño y aspecto de investigador privado lo avala.
Brandy, habano, periódico robado de algún tacho de basura.
Casi podemos deambular con él bajo las luces de neón en falso contacto de la calle 52 con el cuello sumido en el perramus para protegernos ingenuamente de la llovizna persistente.
Soliloquia y soliloquia en castellano neutro. Nos deja ver su en derrape carrera y su espera de algo que le devuelva sus antiguas glorias.
Sólo un viejo tocadiscos lo acompaña y deja sonar una melodía recurrente y taladrante.
Entonces, llega ella corriendo, agitada, asustada, envuelta en sombras.
Una Ingrid Bergman morocha envuelta en un fotograma de cuidada fotografía.
Viste un tapado oscuro con detalles rojos y es estilizada en extremo.
Ella es un fotograma.
“Blanca palomita”, la piropea él.
Le ofrece Brandy, ella se lo baja de una pero con sensualidad.
Ella con dificultad balbucea algo sobre un Edward.
“¿Tu esposo te engaña?”, aventura el avezado detective. Y luego le tira mil hipótesis sobre su esposo.
Ella sólo pregunta: “¿Qué perfume usa?”. Luego llora. Y pide silencio.
Él queda tecleando. Barbizi también.
Ella quiere llevarse su fragilidad etérea a otra parte pero entonces el detective va hacia el tocadiscos y se manda un scratching que haría morir de envidia a Fede Flores y retrocede el tiempo.
Un flashback en vivo.
Él le sirve de nuevo Brandy. Ella se lo bebe de un saque. “¿Qué perfume usa? Lo confundí con mi marido.”
Luego le tira “Creo que quiere matarte”. Opa. La cosa se enreda.
Ella se va.
Flashback.
Ella vuelve.
Se presenta como Rebecca Miller, tiene el aspecto de ser la esposa de un acaudalado empresario o poderoso miembro de la mafia.
El detective, con extremo y meloso lirismo, la llama comparándola con avecillas: Palomita, Colibrí, Gorrioncito.
Ingresa un longui líneo de andar fredasteriano. Lleva sobretodo, sombrero, porta bigote hirsuto, fuma un puro, y se mueve como un mimo sepia. Parece una de las comadrejas de ¿Quién engañó a Roger Rabbit?
Saca un arma y extraescénicamente mata a Rebecca.
Flashback del tocadiscos y todo vuelve a empezar, pero como en un Día de la Marmota Oscuro, él se antecede a los acontecimientos. Ella descubre su vestido rojo sangre como una premonición.
“¿Lo conozco?”
El brandy de nuevo.
“Siento que me embriaga con sus palabras”
Rebecca se va de nuevo y llega el otro, su socio, el mimo sepia y baila jazz como ninguno.
Le cuenta que el Jefe les encargó un nuevo trabajo que los sacará del pozo: Aniquilar a Rebecca Miller por cinco de los grandes. El Jefe de ellos es el esposo de ella.
Y justo vuelve la dama de rojo que es matada con frialdad y muere estéticamente.
Cara de Niño Harry llora con cara de niño.
“¡Yo la amé! ¡Fue poco pero la amé!”
Su socio se va a ver al Jefe y lleva un zapato como prueba.
El loco de amor detective hace scratching nuevamente y la beldad revive.
Él le cuenta todo de un tirón y le ofrece huir del país con un pasaporte falso.
“Siento que mi vida es un film”, dice Rebecca. Y agrega “¿Qué perfume usa?”
Ella está por salir. Se miran largamente como en el final todos los films románticos de los años cuarenta.
Pero llega el socio risueño y arranca el loop negro y policial como un bucle grácil y eterno.
Pero como la ciencia ficción nos enseñó, si uno cambia algo del pasado altera el presente y el futuro: el que muere es Cara de Niño Harry por el disparo de una mini arma empuñada por manos blancas de Rebecca Miller.
El socio pérfido se la lleva engañada y la ultima de un vil disparo que no vemos pero que seguramente es por la espalda.
Lo imaginamos ahora, despilfarrando esos cinco mil de los grandes en algún tugurio de la calle 52.
Hicieron rewind: Díaz Abregú soliloquero, Melina Passadore en re-debut exquisito y Cáceres en el papel del traidor danzarín.
Lo Minúsculo: El diseño de arte que pintó el minúsculo. Y las cebitas del revólver que se resistían a cumplir su cometido.
Lo Inesperable: El disco que se clavó y Barbizi que con lucidez musical tomó la posta sonora al vuelo con scratchings incluidos.
Trivia: Diálogo: “¿Por qué se llamaba Black Ranger?”, “Era la marca del tocadiscos”
Calificación: Tres halcones malteses.
Postal peligrosa.
Medialuz. Espacio muy doméstico. Televisión. Sillón. Mesita de living comedor. Una femenina se pinta los labios en el reflejo bombé de la tele apagada. Es Laura, muy blanca y de mirada despejada. Se mueve sostenida como si flotara.
Llega Renzo. Pelo mojado, jeans apretados, camiseta, botas altas, toalla al hombro. Un especie de actor porno en el sistema de protección de testigos de la CIA.
Casi que no mira a Laura y dice:
“¿Vos abriste la canilla del agua fría?”
Y ahí arranca, casi como la canilla de la que habla, un torrente de palabras salen de su boca como géiser sin tapón. Prende la tele, lee el diario y dale que dale. Del enjambre oral cosechamos:
-colgame la toalla
-sacame las botas
-esta tele no prende
-¿pagaste el cable?
-la puta madre
-algo de la presión del agua
- llave escalera
-pide café
-buscapolo
-neutro
-polo
-positivo / negativo
-no le gusta el café
Explica el funcionamiento de la llave escalera con mucha mano y detalle mientras el piano firuletea.
Percibimos con perspicacia que es electricista y el típico marido insoportable.
Laura lo mira y, suponemos, lo oye aunque si la tocáramos con un buscapolo comprobaríamos que está desconectada.
Laura mira a Renzo y le pega terrible bandejazo en la cabeza.
Suena la chapa y se hace vivo el silencio.
Renzo cae inerte y queda colgando sobre el posabrazo del sillón. Luego rueda al suelo. Ella muy calma toma un celular y llama.
“Hola, Estela…. Necesito que vengas…..es urgente…”
Luego limpia el café derramado y tapa el cuerpo con una manta y diarios.
Se sienta en el sillón y bebe café.
Llega Estela muy en cuadrillé y rebosante de intensidad. Botas muy altas, flequillito y lentes retro. Salió de la oficina. Parece que le va muy bien.
Ve a Renzo en el suelo y lo trata de vago por estar durmiendo.
Laura disimula. Estela la mira.
“¿Vos te pintaste los labios? Estás muy arriesgada”
Pregunta si Renzo sigue verborrágico, hecho que comprobamos instantes atrás.
“¿Te pegó? ¡Lo mato!”
Estela pide té. No toma café porque la altera. Y sin azúcar porque también la altera. Imaginamos lo que sería alterada y nos da un vahído.
Sigue tratando a Renzo de linyera por dormir en el suelo tapado con diarios.
Pero entonces, Laura le revela su cuerpo inánime.
“Está morado”, opina Estela con ojo de abogada clínica.
“Le reventé la bandeja contra la cabeza, se la estampé contra el cráneo”, certifica su esposa.
“¿Está muerto? ¿Qué vamos a hacer con este fiambre?????”, aventura su amiga.
Aquí el diálogo cambia su sesgo policial y adquiere carácter de confesiones sexuales. Nos enteramos de que Renzo era estéril, que no se cuidaban íntimamente, que él la agarraba de las orejas contra la almohada, contra la mesada, contra el inodoro, contra el asador.
Estela hace mucho que nada. Laura le sugiere:
“¿Por qué no aprovechás este muerto antes de que se le vaya el rigor mortis?”
Estela lo toquetea por abajo de la manta.
“¿Esto está muerto de verdad? ¡Pero qué increíble! Es lo único bueno que tenía este hombre”
Urden un plan, y ambas confabulan un asalto.
“Ayudame a hacer desaparecer el cuerpo, Estela”
“Yo no soy un mago, Laura”
Planean enterrarlo a los fondos de la casa. Pero deberá ser grande el pozo.
“Capaz que si lo doblamos, hizo gimnasia de joven; es flexible”
Pero deciden serrucharlo y enterrarlo en varios pequeños pozos y desparramar los miembros.
Laura lo quiere marcar para cortar, Estela propone que sea a ojo.
Lo arrastran. Lo envuelven en la manta. Lo atan. El piano arpegia en graves.
Blanden un serrucho con peligro.
En un momento la esposa penosa se arrepiente y se quiere cortar las venas pero es disuadida por la intensidad de Estela.
Grillean los grillos.
El serrucho se acerca a los pies de Renzo. Pincha.
Renzo grita.
“¡Hasta matar te sale mal!”
Renzo, con miedo para todos, comienza a hablar. Dañado pero comienza a decir palabras, a armar frases y pregunta qué pasó.
Le dicen que entraron ladrones a la casa y lo ataron con un nudo muy complicado.
Renzo sigue hablando y dice cosas como qué barrio de mierda, pero qué inseguridad, pide café, luego dice qué gusto feo, el café es una planta que tiene una flor amarga, insulta, llora, le duele el chichón.
Se mira en la bandeja y se llora porque es feo.
Laura sin querer le tira el café en la cara, Renzo llora, Laura para compensar se tira café en la cara ella misma. Estela mira contenida.
Se inicia un momento dulce y emotivo en el que Renzo le pide perdón a Laura lacrimosa.
Renzo habla y habla. A la pasada retoma el tema de la llave escalera y los polos.
Estela, recoge sus cosas para irse. Pero vuelve sobre sus pasos.
“Me olvidé de algo”
Y le da mil doscientos bandejazos en la cabeza a Renzo que cae redondo- redondo.
“¡Me había pedido perdón!”, grita Laura.
“Vos no te merecés esto. Vení, Laura” La abraza y se la lleva hacia la ventana.
Laura llora.
“Agarrame de las orejas, fuerte….te amo, Renzo.”
La luz agoniza como Renzo.
Abrazo de Estela y Laura a contraluz.
Experimentaron la violencia doméstica Angelini, Cavicchia y Rodríguez.
Lo Minúsculo: El bandejazo con la bandeja que se buscó por todos lados y apareció a último momento.
Lo Inesperable: La muerte de pique nomás.
Trivia: “No me dolió el bandejazo, pero me mataron a pisotones”, adivinen quién.
Calificación: Un sutil bandejazo.