Postal peligrosa.
Medialuz. Espacio muy doméstico. Televisión. Sillón. Mesita de living comedor. Una femenina se pinta los labios en el reflejo bombé de la tele apagada. Es Laura, muy blanca y de mirada despejada. Se mueve sostenida como si flotara.
Llega Renzo. Pelo mojado, jeans apretados, camiseta, botas altas, toalla al hombro. Un especie de actor porno en el sistema de protección de testigos de la CIA.
Casi que no mira a Laura y dice:
“¿Vos abriste la canilla del agua fría?”
Y ahí arranca, casi como la canilla de la que habla, un torrente de palabras salen de su boca como géiser sin tapón. Prende la tele, lee el diario y dale que dale. Del enjambre oral cosechamos:
-colgame la toalla
-sacame las botas
-esta tele no prende
-¿pagaste el cable?
-la puta madre
-algo de la presión del agua
- llave escalera
-pide café
-buscapolo
-neutro
-polo
-positivo / negativo
-no le gusta el café
Explica el funcionamiento de la llave escalera con mucha mano y detalle mientras el piano firuletea.
Percibimos con perspicacia que es electricista y el típico marido insoportable.
Laura lo mira y, suponemos, lo oye aunque si la tocáramos con un buscapolo comprobaríamos que está desconectada.
Laura mira a Renzo y le pega terrible bandejazo en la cabeza.
Suena la chapa y se hace vivo el silencio.
Renzo cae inerte y queda colgando sobre el posabrazo del sillón. Luego rueda al suelo. Ella muy calma toma un celular y llama.
“Hola, Estela…. Necesito que vengas…..es urgente…”
Luego limpia el café derramado y tapa el cuerpo con una manta y diarios.
Se sienta en el sillón y bebe café.
Llega Estela muy en cuadrillé y rebosante de intensidad. Botas muy altas, flequillito y lentes retro. Salió de la oficina. Parece que le va muy bien.
Ve a Renzo en el suelo y lo trata de vago por estar durmiendo.
Laura disimula. Estela la mira.
“¿Vos te pintaste los labios? Estás muy arriesgada”
Pregunta si Renzo sigue verborrágico, hecho que comprobamos instantes atrás.
“¿Te pegó? ¡Lo mato!”
Estela pide té. No toma café porque la altera. Y sin azúcar porque también la altera. Imaginamos lo que sería alterada y nos da un vahído.
Sigue tratando a Renzo de linyera por dormir en el suelo tapado con diarios.
Pero entonces, Laura le revela su cuerpo inánime.
“Está morado”, opina Estela con ojo de abogada clínica.
“Le reventé la bandeja contra la cabeza, se la estampé contra el cráneo”, certifica su esposa.
“¿Está muerto? ¿Qué vamos a hacer con este fiambre?????”, aventura su amiga.
Aquí el diálogo cambia su sesgo policial y adquiere carácter de confesiones sexuales. Nos enteramos de que Renzo era estéril, que no se cuidaban íntimamente, que él la agarraba de las orejas contra la almohada, contra la mesada, contra el inodoro, contra el asador.
Estela hace mucho que nada. Laura le sugiere:
“¿Por qué no aprovechás este muerto antes de que se le vaya el rigor mortis?”
Estela lo toquetea por abajo de la manta.
“¿Esto está muerto de verdad? ¡Pero qué increíble! Es lo único bueno que tenía este hombre”
Urden un plan, y ambas confabulan un asalto.
“Ayudame a hacer desaparecer el cuerpo, Estela”
“Yo no soy un mago, Laura”
Planean enterrarlo a los fondos de la casa. Pero deberá ser grande el pozo.
“Capaz que si lo doblamos, hizo gimnasia de joven; es flexible”
Pero deciden serrucharlo y enterrarlo en varios pequeños pozos y desparramar los miembros.
Laura lo quiere marcar para cortar, Estela propone que sea a ojo.
Lo arrastran. Lo envuelven en la manta. Lo atan. El piano arpegia en graves.
Blanden un serrucho con peligro.
En un momento la esposa penosa se arrepiente y se quiere cortar las venas pero es disuadida por la intensidad de Estela.
Grillean los grillos.
El serrucho se acerca a los pies de Renzo. Pincha.
Renzo grita.
“¡Hasta matar te sale mal!”
Renzo, con miedo para todos, comienza a hablar. Dañado pero comienza a decir palabras, a armar frases y pregunta qué pasó.
Le dicen que entraron ladrones a la casa y lo ataron con un nudo muy complicado.
Renzo sigue hablando y dice cosas como qué barrio de mierda, pero qué inseguridad, pide café, luego dice qué gusto feo, el café es una planta que tiene una flor amarga, insulta, llora, le duele el chichón.
Se mira en la bandeja y se llora porque es feo.
Laura sin querer le tira el café en la cara, Renzo llora, Laura para compensar se tira café en la cara ella misma. Estela mira contenida.
Se inicia un momento dulce y emotivo en el que Renzo le pide perdón a Laura lacrimosa.
Renzo habla y habla. A la pasada retoma el tema de la llave escalera y los polos.
Estela, recoge sus cosas para irse. Pero vuelve sobre sus pasos.
“Me olvidé de algo”
Y le da mil doscientos bandejazos en la cabeza a Renzo que cae redondo- redondo.
“¡Me había pedido perdón!”, grita Laura.
“Vos no te merecés esto. Vení, Laura” La abraza y se la lleva hacia la ventana.
Laura llora.
“Agarrame de las orejas, fuerte….te amo, Renzo.”
La luz agoniza como Renzo.
Abrazo de Estela y Laura a contraluz.
Experimentaron la violencia doméstica Angelini, Cavicchia y Rodríguez.
Lo Minúsculo: El bandejazo con la bandeja que se buscó por todos lados y apareció a último momento.
Lo Inesperable: La muerte de pique nomás.
Trivia: “No me dolió el bandejazo, pero me mataron a pisotones”, adivinen quién.
Calificación: Un sutil bandejazo.