23.11.08

UN MILAGRO PARA FERMÍN

Por el Sr. H. P. Camacho
Estampita de "Jesús María". Nótese en manos de cada Padre la alegoría objetual exponencial de sus caracteres particulares. Lo de atrás no es una estatua.
Barra de boliche rancio. La bola de espejos tira ojos de luces que miran desde las paredes.
Cabarute en todo su autobrillo.
Atiende Nazareno, flaco de blanco mirada huesuda, barba lacónica y parsimonia verbal.
Al grito de Ave María Purísima llegan dos Padres de la Iglesia Católica: el Padre Fermín, enorme imberbe de ademán extra soft con el pecho rebosante de fe y El Padre Roseta, de mirada dual, columna pétrea, cara amarmolada, rictus labial, bastón de apoyo y pelo que ni pintado.
Llevan un bidón verde.
Vienen de la Capilla Santa Llaga de Jesús vecina del non sancto lugar.
Fermín, flamante ex seminarista de aún varios salmos previos y Roseta, estricto representante extremo llegan con la misión de clausurar sus puertas porque perturba la meditación de los seminaristas.
Las opciones son dos: por las buenas o queman el lugar con un bidón de nafta.
Pura prepotencia religiosa.
Nazareno recibe llamadas desde las habitaciones, pasa tarifas. El negocio anda bien y ofrece un reposado Mistela.
Según los modales delicados de Fermín intuimos que le gustaría arrodillarse pero no precisamente para orar.
Mientras continúan las amenazas del Padre Roseta, llega desde el interior del cabarute el Padre Marasini soplando un festivo adminículo de cotillón.
Padre pro, de nuevos aires netamente izquierdosos, docente de Teología 1.
Con la mirada zizgagueante de la comprensión del alma humana. Y lunar grande en la frente. Tal vez lo una un parentesco con el profesor de música de El Gabinete.
Se acerca a Nazareno y con familiaridad de habitué pide para tomar “Lo de siempre”.
Con velocidad ram de 2 g es cuestionado por el Padre Roseta.
“Hay que hablar con la gente descarriada”
“¡Estaba fornicando!”, carraspea Roseta y suda gris.
“Mis métodos funcionan”
“¡Nazareno es el demonio! ¡Hay que quemar esto rápido!” , ordena el Padre Roseta.
Se sumergen en un canto litúrgico in crescendo donde pasan del Mistela al bidón de nafta o querosén, da igual.
Roseta lee a biblia voz.
El Padre Marasini se saca la tirita blanca del cuello, que no sé cómo se llama.
“Me estás debiendo octubre”, le reclama Nazareno al Padre Pro.
Roseta se autoflagela.
“El celibato está en desuso”
Fermín debate su alma novata entre el Padre Pro y el Padre Pre.
Nazareno lo azuza: “¿Vos te acariciás, Fermín?” y le hace propuestas deshonestas y pérfidas.
Fermín ingresa a un estado de éxtasis que desemboca en una inesperada posesión demoníaca.
Hasta le salen colmillos de maldad.
Es exorcizado en vivo sin resultados positivos hasta que Nazareno va y lo toca en la frente.
La auto posesión se disipa y ante el milagro, Nazareno revela su cuerpo escueto, surcado por lanzazos y santa llagas.
Sí. Es el mismo Jesús de Nazareth.
Se arrodillan los tres Padres.
Aplauden los fieles presentes.
Roseta le alcanza la Biblia y le pide su santo autógrafo.
El mundano Jesús lee unas líneas y se queja porque lo citan sacado de contexto.
“Cuéntese algo, Cristo”
Le piden sus parábolas favoritas, le dan vivas y ya le dicen Naza.
Fermín grita “¡Pintó milagro!”
“¡Mi-la-gro! ¡Mi-la-gro!”, corean los insólitos Padres.
Naza multiplica unos chipá con un pase mágico estilo David Copperfield.
Continúa con el show y convierte una botellita de agua mineral en vino.
Nazareno Jesucristo finaliza su performance y les pasa la cuenta.
Pero ninguno quiere pagar por falta de dinero o por falta de ganas, no queda muy claro.
Entonces Nazareno Jesucristo, llama por teléfono.
“¿Hola, papá? Acá tengo a tres que no quieren pagar…. Bueno, lo dejo en tus manos”
Y así, uno a uno los padres van cayendo fulminados.
“Veo un túnel, una luz blanca…”, agoniza el Padre Roseta.
Y Jesús al teléfono: “Papá, ahí va uno; cerrale el portón”
Todos mueren.
Pero, típico a su buena educación, Jesús se apiada de uno.
“¡Fermín, levántate y anda!”
Fermín se levanta como un resorte y vuelve a la vida.
Y fuese la luz.

En manos libres de todo pecado de Cáceres Strange Brothers, Iluminated Big Boy del Barco & Rodríguez The Good Ecualizated Man.

Lo Minúsculo: El efecto especial del Sagrado Corazón de Jesús. Latente.

Lo Inesperable: La whiskería y el cuadro renacentista codo a codo.
Trivia: “Medio que me emocioné”, un espectador cuando vio la encarnación de Jesús lograda por Cáceres.
Calificación: Para comenzar a creer en algo.

17.11.08

SEX AND THE CITY PERO ACÁ NOMÁS

Por el Sr. H. P. CamachoPostal de "Trasnochadas"

Oscuridad. Risas. Ruido a llaves. Taconeos. Carcajadas femeninas. Una que se queda atrás “Esperen que voy a vomitar”. Trastabilleos y dialoguismo extra alegre.

La lámpara naranja ofrece su luz. Living. Sillón. Y tres féminas como las que uno se cruza un sábado a la madrugada. Peinados “me dejo ver el rostro”, casual jeans, vestidito de verano, biyuterí al por mayor, micro carteritas intrigantes, ojos enrojecidos por la hora o el alcohol. Una botellita de cerveza cada una, como para no desprenderse todavía del jolgorio.

Cada una con lo suyo. Luchi, Belu y Coti. Tres especímenes de catálogo.
Una tiene hambre.
Otra pregunta por la hora.
A la otra no le importa nada.
Nos preparamos para un paseo por el insólito mundo femenino.
Lo primero es descalzarse, luego hablar de otras. Ya ni se acuerdan del nombre del boliche donde desparramaron sus perfumes.
Los temas surgen como de un bolillero con “boluda” a flor de rouge.
Belu dice “¡Hace como una hora que tengo el tampón puesto!” y promueve una anécdota de Coti que combina a México, un ají picante llamado chile y un tampón con un desenlace de gran escozor íntimo.
Navegando por la temática evalúan las virtudes y desventajas del uso del adminículo para deleite de la platea femenina.
Del bolillero surge el tema de la depilación y sus variantes prácticas: cera, máquina eléctrica o track ante emergencias.
Belu se depila toda como un bebé.
“Me muero por verte”, acota Coti.
El detalle del “tiro de cola” eleva la imaginería poética con grafismo extremo.

Llega el momento de los ex novios: flacos, peludos o lampiños.

En la platea, sobre la derecha, una señora rememora su juventud a ojos cerrados o simplemente duerme plácidamente.
Luego, como en programa de cable de canal del 50 para arriba, ahondan sobre el conflictivo tema de la retención de líquidos.
Belu dice que debe descansar para llegar fresca a su trabajo.
“¿Cómo es trabajar?”, pregunta Luchi, mantenida por su papá y conflictuada por su carrera de modelo truncada por el nacimiento de su hermana.
“Las modelos sólo viven para su cuerpo”
“Como ahora”, se autopiropea Luchi.
“No estarías así si fueras modelo”
Luchi se ofende y lloriquea.

Pero continúa la biblia estrógena al ritmo de “Radios modernas”.
Uno descubre diversos focos de atención masculinos: ojos, dientes y zapatos.
Lo peorcito es zapatos negros con medias blancas o jogging con zapatos. Pero parece que lo insuperable es jogging con Kicker´s.
Infaltables las siliconas. Ninguna usa. Coti hace saltar a Luchi y admira su turgencia.
“¿Estuviste con un negro alguna vez?”
“Ay, no. Los negros son lindos en Jamaica, pero fuera de contexto no”

Y claro, de la mano llegan las incursiones sobre el mito sexual de los morochos y sus derivados.
Luchi: “Hablando de pitos. Lo vi a Manu”, que resulta ser su ex cercano. Aclara que no sintió nada al verlo.
A esto, suena el celu de Belu y se enciende la intriga: “Llamada a esta hora es sexo”. Belu lo desestima y dice que es equivocado.
Se repite la llamada y atiende ante los grititos compinches de sus amigas.
Luchi se envalentona y decide llamar a Manu, su ex.
Coti intenta disuadirla pero la otra se sale con la suya. Pero le da ocupado.
“¿Con quién estará hablando a esta hora?”, se pregunta mientras Belu mantiene una arrumacadora conversación celufónica.
Coti observa en ping pong.
Belu corta y Luchi decide llamarlo al fijo. Desde el otro lado el otro atiende y se desencadena el drama. Parece que Manu le dijo Belu a Luchi.
“¿Cómo Belu? ¿Quién es Belu?”
Y cae al fin.
“¿¿Belu es mi Belu???”
Y a Belu “¿Vos sos Belu”???
Traición.
Coti intenta mediar pero no consigue detener el drama que inunda el cauce de su amistad.
Belu tuvo historia con Manu.
Luchi se pone histérica.
Coti se pone en el medio y habla con Manu al teléfono.
“Tenés que decidirte por una, no podés seguir jugando con las dos”. Cuelga.
Silencio tenso.

“Tengo el corazón herido/el hombre que yo quiero se me va”
Y llega la canción como crema Dr. Selby a curar las heridas.
Y entonces, suena nuevamente el celu de Belu.
Chequea, se levanta y toma si mini carterita.
Y se va. “Si querés algún día podemos salir los cuatro”

Luchi llora desconsolada y Coti la consuela. No quiere saber más nada de los hombres.
Y parece que otro de sus novios también se le fue con Belu.
Se abrazan y miman.
Y ahí, Coti le avanza e intenta besarla.
“¡¿Pero qué hacés?! ¡Qué asco!! ¿A vos te gustan las minas?”
“Y…de vez en cuando”
“Yo nada que ver, no te confundas”.
“Bueno, que sé yo….tenía hambre…”


Se genera un momento escabrosísimo.
Una dolida por su amiga que la traicionó y por la otra que le manifiesta su sexualidad diferente; la otra dolida por la pelea de sus amigas y por haber confundido las señales.
Es tarde y deben dormir. Separadas, claro.
“Vos dormí tranquila en mi pieza que yo duermo en el sillón. Yo no voy a ir para nada.”

Luchi le da las buenas noches de lejos.
Coti se queda sola.
Llora.
Y apaga la luz para conciliar el sueño.

Se metieron en la piel de unas que andaban por ahí: Angelini, Caviccia y Di Cienzo.


Lo Minúsculo: La ficción y la realidad tejidas en macramé.

Lo Inesperable: Ninguna muerte salvo alguna que otra puñalada verbal.

Trivia: Diálogo entre una de las chicas y otro:

- Traenos cerveza.
- ¿Una?
- No. Tres.


Calificación: Prohibida para aquellas que se sientan identificadas.

8.11.08

LA TINTORERÍA DE PAPÁ


-Un tío asesino y muy para arriba
-Una tintorería
-Una plancha
-Un hijo atribulado
-Un espíritu paterno que clama venganza
-Un Flogger fiel
-Una percha con veneno

-Muertes surtidas
-Intertextualidad abundante



2.11.08

MINÚSCULA SEMBLANZA DE UNA FAMILIA DISFUNCIONAL

Por el Sr. Camacho
Postal de "¿Por qué me hacés esto?"
La cortina descorrida de lo íntimo nos polaroidiza un espacio doméstico domesticado ante el peso de lo modesto.
Panera con pan, caja de vino barato, vasos de plástico y costurero sobre una mesa que se parece mucho a una tabla sobre cajones de cerveza.
Ingresa una mujer de espaldas anchas como Tootsie con anabólicos. Se asemeja a un hombre vestido de mujer.
Rápidamente nos convence de la convención y con fragilidad paradójica nos pasea por un repertorio de canciones populares con amateurismo hogareño.

“Enero en la piel, relincha un bagual…”

Entre estrofas, enhebra una aguja y da puntadas a una prenda unisex con aspiración de modista de barrio.
Ingresa María José, o Majo, como la llaman. Lánguida con saquito de hilo a tono, cara lavada y ojos irritados de tanto verse. Parece que un aura densa la sostiene ahí.
La típica mirada de madre increpadora a hija: dónde estuvo, por qué no durmió en casa y varias máximas del clásico recetario materno.
Majo recuerda: “Estuve donde todos los jueves. En el comedor de los chicos del barrio”.
La madre retruca: “Los chicos del barrio piden, piden, piden y no dan nada a cambio”
Le recrimina sus estados hormonales en estado de ebullición y con lucidez reversiona la clásica yononacíayer por “Yo no nací casta”

Una relación resentida homologada por Majo que llama Vilma a su mamá y Vilma que le pide a Majo que la llame como una hija debe.
Nominación que se hace extensiva a su padre Eduardo que pasó una noche intranquilo testificada por Vilma y el recuerdo de su rodilla clavada insomne en su espalda.

“Majo!”…. “Majo!”…. “Majo!”…. en loop monocorde.

Llega el papá Eduardo pidiendo por Majo.
Un despojo harapiento de andar asmático en infracción cerebrovascular al borde de la expulsión por tarjeta amarilla acumulada.
Sonda que asoma desde el elástico del jogging remangado, anteojos verdes sin esperanza, pasado de tatuajes turbios a pura lapicera Bic y pelo gris exento de champú.

Pide todo el tiempo por Majo que lo asiste con particular criterio médico: “¿Querés vino?”.

Mientras lo calman a migajas de pan que mastica con buen ánimo, el diálogo familiar toca temas como el trabajo voluntario de Majo dando clases de teatro a los niños del barrio y las múltiples condiciones de la mamá como modista vocacional y ocasional.
Eduardo, dos por tres quiere meter un bocadillo pero se le sale junto a un y chorrete de vino en viaje lento por el mentón que acumula vestigios de anteriores tertulias domésticas.
Vilma la mamá intenta amenizar folklóricamente la jornada con una tonada de Atahualpa Yupanqui que dice estrenada en el ´86.
A Eduardo, le hacen sinapsis dos de sus fatigadas neuronas y afirma:
“Atahualpa estaba muerto en el ´86”, dato que Vilma no se atreve a refutar.

Avanza la envidiable escena familiar con pedidos de pan y vino de Eduardo y rastros de pasiones vividas: “Ya no soy el viejo león, Vilma”.
La madre provoca a todos todo el tiempo:
1-A su esposo por ser una carga.
2- A Majo por no tener ingresos económicos y la reta a montar Hamlet con sus niños del barrio.
Opina sobre ella misma:
-Su trabajo como modista mantiene el hogar agrio hogar.
Eduardo revela un pasado analítico:
“Vilma, deberías reflexionar sobre los vínculos”
Vilma sale.
Majo le sigue suministrando pan y vino y vaticina:
“Yo no voy a estar siempre que necesites”.
Entonces, regresa Vilma muy alterada trayendo una valija.
“María José: ¡¿qué hace mi valija con toda tu ropa adentro?!!”

Silencio y el aire se podría cortar con una yilé herrumbrada.

“Me voy de esta casa”.

Majo grita que está harta de pasar toda su vida cuidando de Eduardo.
Vilma se angustia como toda madre que se angustia y no entiende que algún día los pichones, aunque magullados, tienen derecho a abandonar el nido.
Su única arma disponible en el catálogo materno es la amenaza tanto verbal como física.
Majo suelta un volcán de lágrimas.
Vilma intenta disuadirla y aquí el hemisferio derecho de la escena colapsa con las siguientes palabras de Majo:

“¡¿No te das cuenta de lo que sos, Vilma?! ¡¿Te pensás que no me doy cuenta que sos un HOMBRE?!”

Majo arremete contra Vilma y le saca su peluca. Y la ropa.
Queda ante nuestros ojos una Vilma hombre. Como siempre fue.
Con cara de hombre.
Con pelo de hombre.
Con torso de hombre.
Con pecho de hombre.
Y con manos de hombre se tapa la cara.

Parece que los vínculos familiares son diferentes. Pero no más que eso.

“Morite, Eduardo. Y vos, Vilma…. O como te llames.”
Y se va para no volver.

Eduardo llora y llora mientras se embadurna con su bolsa de residuos personales.
Clama por Majo.
Vilma o quien sea lo abraza con amor pese a todo y le canta.

“Yo vendo unos ojos negros…”

La oscuridad se los come.

Sufrieron: Cáceres, Caviccia y del Barco.

Lo Minúsculo: Tres seres vivibles de exquisita contradicción con la iluminación contrapicada y expresionista del desconsuelo.
Lo Inesperable: La convicción de la convención llevada al extremo.
Trivia: Al día siguiente, mientras comían un asado: “Pero al final, ¿en qué año murió Atahualpa Yupanqui?
Calificación: Lacrimosa.