Una postal para no regalarle a nadie.Los seres responsables de cada Minúsculo exponen sus apreciaciones sobre lo acontecido a corazón abierto y con catarsis depurada por la reflexión post- escénica.
La primera vez que vi una de Lynch quedé mal. No me había gustado y no había entendido. Pero no había quedado mal por eso. Había quedado mal por que no supe como hacían los actores para actuar lo extraño. Esos universos paralelos y extraños. Pocos conocidos. Más oscuro. Más vacío. Más silencio. Más quietud. Más nos interesa.
Dulce juego de tomar y quitar.
Doy algo para entender y para luego entrar en el sombrío terreno del "no entendí nada".
Momentos que más me gustó actuar: El desmayo permanente. Las convulsiones. El baile erótico. El beso. El contador de la oficina.
Momentos que me hubiese gustado actuar pero no se dio la situación: Llorar con ella mientras nos cambiamos de ropa. Desnudarme de espaldas mientras ella rebotaba una pelota. Bailar al compás de un tango mientras ellas sin saber perdía sangre desde un oído. Cantar con un micrófono antiguo imitando la voz de Roy Orbison mientras ella tirada en el piso tomaba un Cosmopolitan.
Momentos que más me gustaron de ella: Cuando no entendía quien era al sacarse la peluca. Al llorar por una supuesta hija muerta. Al momento de tocarse buscando lastimaduras. El momento que me tuvo miedo. Cuando me tiró agua. Cuando se desmayó y no supe qué hacer. Cuando me dijo te amo.
Momentos que soñé mientras escuchaba a la platea: Entra Deivid Lynch y me invita a actuar en una película. Ahora me desmayo en serio.
Fin del sueño del actor.
Xavier del Barco (Francisco, Roberto, Rodolfo, el contador)
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Cosas del minúsculo:
Una carretera, elementos tirados a propósito, otros que luego tiramos sin querer y dos cuerpos inertes en su longitud. Ideas previas a las que tuvimos que renunciar por nuevas que se abalanzaron sobre la escena. Quisimos un minúsculo raro y lo tuvimos. A mí me gustan, espero que al público también. En el ambiente todo es desconcierto, miradas, contactos y silencios. El amor, el baile y luego el personaje extraño que relataba poéticamente los hechos que pasaron e iban a pasar, mientras dormíamos despiertos los accidentados. Se desploma uno como latigazo contra el piso, luego la otra. Se desconocen como los que más se conocen, los amantes, los enamorados. Una niña que no está, sangre falsa y agua que se convierte en líquido de freno. Los dos se dicen amarse acostados en la carretera. El extraño se derrumba.
Cosas del minúsculo extra minúsculo:
Los flashes de las cámaras de fotos de la gente mientras se me dormía el brazo y se me aplastaba la ceja izquierda contra el piso.
La impaciencia de encontrar el momento exacto para quitarme la peluca en escena y después lo superpuse con una intervención de del Barco y perdió el efecto…
Las señas (incomprensibles para mí) de Monteagudo desde el baño (seudo camarín); ¿qué me habrá querido decir?
La promesa cumplida de del Barco de no dirigir desde dentro de escena.
La ansiedad de ver la filmación de video que según Simón quedó buenísima con plano y contra plano por la disposición del espacio en relación a la cámara.
Liliana Angelini (Ella, Cristina, la de la peluca, la que sangra, la que grita)
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Espacio extrañado. Una ruta perdida o una pasarela en penumbras por donde desfilan personajes confundidos.
Elementos disgregados. Ropa, valija, rueda. Me gustó la digresión.
Todos en el mismo universo de confusión.
Los personajes configurados una hora antes. Ropa sobre ropa. Esta sí, esta no.
¿Cómo se tienen que ver?
¿Cómo tienen que ser?
¿Qué les pasó?
Nadie sabe. No importa.
Les pasó todo.
Desde atrás, por la rendija de la puerta intentar escuchar y ver. Retener palabras, momentos y esperar la marca del clima sonoro para entrar a hilar lo que fue apareciendo por puro azar, por puro capricho.
Me paraba los pelos que se me bajaban. Mucho fijador, luego un martirio desenredarme.
Aparecieron cosas que no estaban pautadas. Diálogos. Datos.
El final de la caída libre apareció porque estaba ahí.
Clima raro. Me gustó. Me hubiera gustado más enredado.
No me gustó como hablé.
Fue difícil.
Luego se fue todo dentro de una valija.
Tal vez lo repitamos alguna vez.
Nos gustaría hacer una obra.
Ruta, rueda caliente, Francisco, Roberto, Rodolfo, Cristina o no Cristina, dibujitos de niña, un contador, raspones, sangre tibia que era lápiz de labio, sacate la ropa, quién sos, quién soy, cuidado el animal de ojos brillantes en la ruta…
Jorge Monteagudo (El tipo del piyama, pelos parados, almohadón y pies descalzos)